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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Y cayó…

Continúan cogiendo altura las ondas en el estanque de la minería. Todo ello, claro, por la piedra de grandes dimensiones que representa la tragedia de Cerredo. Ya saben, cinco mineros muertos en una explosión de grisú el 31 de marzo. A que nada se calme, contribuyó decisivamente la comparecencia el pasado viernes en la Junta General de la consejera de Transición Ecológica, Belarmina Díaz. Quizá porque nos hizo viajar en el tiempo a los peores tiempos del sector. O sea, al de los chanchullos, las empresas depredadoras y una administración que no se entera de nada. Tener que oír que las condiciones en las que se estaba trabajando eran como las de «Ni en el peor de los chamizos», resultó lamentable. Sobre todo, porque quien lo dijo, la propia Díaz, tenía la responsabilidad de vigilar esa explotación ahora y antes. Recuerden que estuvo al frente de la Dirección General de Minas durante siete años y ocho meses previamente a ser consejera. Además, tampoco se aclaró por qué estuvo seis meses sin inspeccionarse la mina, pese a que había denuncias ciudadanas de que allí había extracción ilegal de carbón. Por tanto, a la hora de saber si el accidente podía haberse evitado, quedamos peor que antes.

Como consecuencia de esa comparecencia «fake», surgió una comisión de investigación parlamentaria que únicamente tiene valor político. Es decir, de desgaste y refriega al Gobierno de coalición. Eso sí, parece haber surtido efecto inmediato. De hecho, la propia consejera, en segunda comparecencia parlamentaria, anunció que había presentado su «dimisión irrevocable» para «no ser un obstáculo en la investigación». Antes, ante las preguntas de los grupos, volvió a dejar en el aire la sensación de que el Principado no ha hecho bien su labor inspectora. Esto es, la empresa Blue Solving, propietaria de la mina, ya sabemos de sobra que ha estado incumpliendo la legalidad. Las pruebas sobre la extracción ilegal de carbón son abrumadoras y no dejan lugar a dudas. Sin embargo, el problema, desde el punto de vista administrativo, estuvo en que no se detectó. Por eso, era obvio que Belarmina Díaz iba a ser el cortafuegos por las consecuencias políticas del accidente minero en Degaña. Imposible seguir así lo que resta de legislatura. Sería una tortura para ella y su propio partido. El anunciado «caiga quien caiga» del presidente, Adrián Barbón, ya tiene una víctima. Y cayó… la consejera de Transición Ecológica.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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