Esta semana supimos que se han adjudicado las obras de la nueva estación de Valladolid-Campo Grande. Una inversión de la que el ministro de Transporte, Óscar Puente, informó a través de su red social. En concreto, se trata de 216 millones de euros para hacer una terminal ferroviaria de última generación. Incluido un nuevo edificio, pasarela peatonal y aparcamiento subterráneo para 605 plazas. Sin embargo, en Gijón seguimos igual. Con una intermodal de la que todavía no tenemos noticias y esperando a que se inicie la primera fase del plan de vías. Esto es, el derribo del viaducto de Carlos Marx acordado en la última reunión de Gijón al Norte, para erradicar la mugre y miseria que se aloja en sus bajos. Oigan, y así llevamos 23 largos años de retrasos y promesas incumplidas. Ahora que el turismo está de moda, pregunto, ¿qué pensará quien nos visita y ve semejante piltrafa de estaciones de tren y autobús? ¿No creará que llega a una zona de guerra cuando lo primero que ve es la zona selvática del «solarón»? Puente, ex alcalde de Valladolid, presentó en febrero con orgullo la nueva terminal ferroviaria. Sin duda, la tierra tira. Cuando le preguntaron en X por la de Gijón, dijo que no eran comparables. Por la de su ciudad van a pasar muchos más trenes y aquí solo somos una «termini». A la postre, final de trayecto. Mientras asistimos a la puesta en marcha del proyecto de Naval Azul, sirva esta columna de hoy como recordatorio de lo mucho que todavía nos falta: una estación digna para la mayor ciudad de Asturias.
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@balbuenajm