Verán, este desarrollo surgió como consecuencia del reventón de la burbuja inmobiliaria en 2008. Es decir, debido al abrupto parón que por aquel entonces se produjo en la construcción residencial. Los pisos libres dejaron de venderse y, como contrapartida, se optó por promover protegidos. Fórmula a la que siempre se recurre en tiempos de crisis. Por eso, porque para muchos compradores era una oportunidad de cara a tener una primera vivienda, estamos ante el barrio más joven de Gijón. Ojo, y eso se nota. En sus calles se ve a familias de clase media que tienen las necesidades de la gente activa. Esto es, piden más aparcamientos, semáforos y parques donde puedan jugar sus niños/as. Algo que en otras zonas de la ciudad no sucede. De hecho, también están reclamando servicios básicos propios para equiparse con el resto. Ayer, después de mucha lucha vecinal, se inauguró el consultorio médico. Equipamiento que llega con unos quince años de retraso. Sin embargo, el barrio no está ni mucho menos acabado y exige más. Está a la espera de un colegio (en construcción desde octubre de 2023), además de un centro municipal propio (en trámites desde hace dos años). Saludamos, pues, que Nuevo Roces se vaya configurando como lo que es: un barrio en plena expansión. Máxime cuando las grúas han vuelto para aumentar su población. Actualmente, tiene sobre unos 7.000 habitantes, de los que 1.000 son menores de catorce años. Cifra, como digo, que se incrementará en cuanto se acaben las promociones que están en marcha.
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@balbuenajm