Vengo sosteniendo que Gijón no se puede vender al mundo. Es decir, a esta ciudad le resulta difícil optar a grandes eventos tanto a nivel nacional como internacional, puesto que nuestras infraestructuras básicas ni siquiera están en marcha. Hablo de ser sede de la capital europea de la cultura, gastronómica, una determinada institución… Todo ello, a diferencia de Oviedo que lo está haciendo y con bastante éxito. Ya me dirán, a la hora de recibir a este tipo de visitantes, si lo primero que van a ver es un apeadero, también llamado estación provisional de Sanz Crespo, que es nuestra terminal ferroviaria desde el 2011. A la par que un descampado, la parte selvática del «Solarón», al que ahora le han quitado la maleza, pero con la pinta de que allí tuvo lugar un conflicto bélico. Ojo, no siendo mucho mejor lo que se encontrarán si llegan en autobús: una estación vieja, obsoleta y sin ningún servicio. Por no hablar si van a dar un paseo por La Calzada, donde igual acaban atropellados por uno de los 1.300 camiones que a diario pasan por la avenida Príncipe de Asturias. En los presupuestos municipales que se acaban de aprobar, destaca el esfuerzo inversor del Ayuntamiento (Centro de Arte de Tabacalera, ampliación del Complejo Deportivo de La Calzada, reforma del Albergue Covadonga, etcétera). En cambio, del Estado no podemos esperar nada. Ni siquiera que se vayan a aprobar unas cuentas para financiar lo pendiente. Vivimos, pues, en una ciudad inacabada que no sabemos muy bien cuándo se va a rematar.
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@balbuenajm