Llevamos toda la semana viendo datos y previsiones no muy positivas, la verdad. El lunes, ante empresarios y sindicatos, el Presidente Zapatero expuso una serie de medidas para combatir lo que son ya «serias dificultades económicas». Entre lo más destacado cabe reseñar un «plan de austeridad» que contempla la reducción del 70% de la oferta pública de empleo para 2009, junto con la congelación de salarios en los altos cargos de la Administración. Bien, valorando las medidas en sí, o sea, el transmitir que es necesario reducir gasto porque la crisis se ha comido ya el 80% del superávit presupuestario, hay que decir que se debe dar un paso más. Esto es, que se debe señalar que los recortes también tienen que afectar al gran agente de gasto público en nuestro país: las autonomías. Éstas parecen absolutamente fuera de los cauces normales (o dicho de otra forma: por encima del bien y del mal) y, por tanto, es misión del Gobierno que ellas también cumplan con el plan. Para que se den una idea, la sanidad asturiana, desde que la asumió el Principado, ha crecido un 50% y parece que no va a parar. Por esto, de poco vale que el Estado recorte si el gasto autonómico sigue siendo una auténtica sangría. Austeridad sí, sería el resumen, pero para todos.
Ayer, por otra parte, el gobernador del Banco de España señaló este mismo camino. Dijo «que no se hagan tonterías en el sector presupuestario», pidiendo, claro está, que no aumente el gasto ni se reduzcan los impuestos. Asimismo, el Ministro de Trabajo, señaló que para el 2009 la cifra de paro estará cercana al 11%, mostrando, inequívocamente, un escenario claro de destrucción de empleo. Y, para colmo de males, todos los grupos parlamentarios han exigido al Presidente que comparezca el próximo miércoles para hablar de la situación. Como ven, semana de pasión económica para Zapatero.