En apenas unos días el Ministerio de Fomento ha dado un giro copernicano a su argumentación. El jueves, de forma sorprendente, justificaba su falta de dotación presupuestaria para el plan de vías en los desacuerdos. Es decir, que como Principado y Ayuntamiento no se ponían de acuerdo en la ubicación de la futura estación intermodal, era imposible obtener financiación para el proyecto. Chorrada de tomo y lomo puesto que, a todas luces, el lugar -en las cercanías del Museo del Ferrocarril- ya estaba decido y aprobado por el propio ministerio en un consejo de administración de Gijón al Norte. El sábado, en cambio, se reafirmaba en la ubicación e incluso dijo que «tendrá la aportación que necesite». Es más, se llegó a expresar en estos términos: «Que nadie tenga dudas de que el proyecto de Gijón se va a terminar». Pues, oigan, yo sí las tengo y muchas. Cada vez más y me parece que por sobradas razones. Lo que está haciendo Fomento con el plan de vías es marear la perdiz. Darle vueltas y más vueltas sin que nadie entienda la deriva que está tomando. Dice que es necesario el famoso estudio económico-financiero para llevarlo adelante. Muy bien y cuando esté, ¿qué? Si no tenemos dinero previsto, ¿hay que esperar acaso otro año más para conseguirlo? Si no hay ni un solo euro consignado en los Presupuestos Generales del Estado, ¿qué vamos a hacer con el famoso estudio: mirar para él? Si el compromiso con la ciudad es sólido como asegura, ¿por qué no se le reservaron fondos, como en el caso de Granada o Santander, con una partida plurianual? Miren ustedes, cada vez estoy más convencido de que Gijón es el pariente pobre de la integración ferroviaria en España. Se está buscando la manera de reducirla al mínimo, y reconvertirla hacia una solución «low cost» que en nada se va a parecer a lo que estamos esperando. Todo son excusas o medias verdades. Según Fomento, el proyecto «Se encontraba en una situación inviable y ahora estamos reconduciéndola». Perfecto, ¿y cuánto les lleva? Porque, que yo sepa, el Gobierno de Mariano Rajoy está desde 2011 en el poder. ¿Acaso no han tenido tiempo desde entonces? ¿Por qué Ana Pastor, la anterior titular de la cartera, venía por aquí única y exclusivamente en tiempo electoral? ¿Por qué si veíamos algo, muy poco, era cuando se acercaban las urnas? Los bandazos del Ministerio en nuestro eterno plan de vías (con este Ejecutivo y anteriores) han sido constantes. Desde la solución chusca de Pastor haciendo definitiva la estación provisional de Sanz Crespo, hasta un quimérico plan público-privado del ministro socialista, José Blanco. Sin duda, estamos agotados de esperar.