Es como van las infraestructuras en esta ciudad. A su ritmo y sin muchas prisas. El Ministerio de Fomento había dicho que presentaría el proyecto del plan de vías este mes de junio. Podía haberlo hecho en mayo, o quizá a mediados, pero no: lo más probable es que vaya a ser a finales. Cuando el calor aprieta y todo el mundo está en la playa. El ministro, Iñigo de la Serna, con esa planta de vendedor de grandes almacenes (sección de caballero), lo dijo hace unos días en León. Aseguró que el AVE llegará a nuestro paraíso natural en 2021 –¡albricias, tenemos fecha!- y que aparecerá por Gijón a lo largo de este mes. Toca, sin duda, concretar. Venir con algo debajo del brazo y no como la última vez. Es decir, De la Serna tiene que fijar el cómo y cuándo del plan de vías. Porque el dónde, esto es, la ubicación de la estación intermodal, debería de estar más que claro. O al menos, así está recogido en un acta de marzo del año pasado de la sociedad Gijón al Norte. Eso fue precisamente lo que recordó la alcaldesa, Carmen Moriyón y la presidenta de Foro, Cristina Coto. Ambas hicieron una defensa cerrada del entorno del Museo del Ferrocarril como el lugar elegido. Todo ello, pese a que el Pleno del Ayuntamiento a última hora y sin venir a cuento –con los votos de IU, PSOE y Xixón Sí Puede –dijo que no. Que debería volver a buscarse una nueva ubicación de consenso –quizá también con referéndum incluido- y darle más vueltas al tema. ¡Cómo si no se le hubiesen dado ya bastantes! Es más, los defensores de esta propuesta, o sea, de partir de cero otra vez, aseguran que lo importante no es la situación de la estación, sino la de sus paradas. Algo que no deja de ser lo que ahora se llama la posverdad: una verdad a medias. La estación principal de una ciudad es la referencia. El sol sobre el que gira la vida de la misma. A su alrededor, se montan todos los servicios (líneas de autobús, taxis, coches de alquiler, cafeterías, hoteles, etcétera). Díganme una sola urbe que no quiera que esté en el centro. Díganme una sola donde no añoren esto. De hecho, quienes han incumplido esta regla de oro, acabaron teniendo un apeadero de lujo. Guadalajara-Yebes, por ejemplo, costó once millones de euros y está en mitad de la nada. Resultado: sólo doscientos pasajeros la utilizan al día. Cuando aquí se cercenó la posibilidad de situarla en El Humedal, se cometió un error histórico. Era su sitio natural. Sin embargo, en una decisión todavía inexplicable a día de hoy, acabó llevándose a Moreda. Han pasado once años de aquello y seguimos exactamente igual. Ya se lo dije, en Gijón las cosas van como la canción: des-pa-cito.