Es curioso lo que está pasando con la Casa Sindical. Ya saben, el inmueble situado en la calle Sanz Crespo y cuyo estado de conservación es peor que malo. Vamos, que da asco. En el Pleno del pasado miércoles una propuesta de Ciudadanos pedía la demolición del mismo -posteriormente retirada- y la construcción de un edificio que albergase un centro municipal junto con usos privados. Esto último también cambiado para que sólo fuese contemplado el destino público. Todo ello con el permiso, claro está, de su dueño que es el Ministerio de Empleo y que lleva cincuenta años sin hacer una sola reforma. Pues bien, la respuesta de tres de las centrales que alberga (CSI, CNT y CGT) fue contundente. Al cariñoso grito de «Si hay demolición quemamos Xixón», protagonizaron una manifestación que llegó a las puertas del Consistorio. Dejando bien a las claras, según el lema de la misma, que la Sindical no se toca. Es la segunda vez que sucede algo así. Es decir, que parte de los inquilinos -la central mayoritaria que es Comisiones Obreras está deseando marcharse porque lo califica de gueto- se oponen ferozmente. Fue en concreto cuando la alcaldesa, Carmen Moriyón, se interesó en una posible rehabilitación como futura sede de la policía municipal. Ya entonces se puso de manifiesto los numerosos defectos estructurales que padece (humedades, sistemas eléctricos obsoletos o nula accesibilidad), así como la falta de seguridad. De los 6.000 metros cuadrados totales apenas se están usando 2.000 por esta razón, según denunció la propia CC OO en mayo del 2016. Sin embargo, y como si estuviésemos hablando de un monumento del prerrománico, parece que la Casa Sindical es intocable. Algo que cada visitante que llega a nuestra ciudad se queda mirando, eso sí, por lo bochornoso de su aspecto. Pregunto, si es obvio que cualquier uso que se le dé va a ser público, ¿de qué clase de especulación estamos hablando cuando se argumenta esto para no buscar una solución? Si vamos a remodelar la zona, plan de vías mediante, ¿va a quedar este edificio ahora ruinoso tal y como está? Esta cerrazón me recuerda mucho a lo que sucedió con el suelo de Naval Gijón. En su día, se dejó con carácter industrial -ratificado en el nuevo Plan General de Ordenación que se está tramitando- como tributo a la memoria de la lucha obrera que allí tuvo lugar. Véanse las consecuencias: la Autoridad Portuaria no lo consigue vender y sigue siendo una «zona cero» de la ciudad. Desde luego, es un sinsentido que parte de sus actuales ocupantes se opongan a un acuerdo pactado, donde se respeten sus derechos históricos. Más que nada, porque se les va acabar cayendo encima.
@balbuenajm