Manuel Vicent contaba hace poco lo que era la muerte para Luis Buñuel. Según el genial cineasta, lo ideal sería poder levantarse de la tumba cada diez años, leer el periódico, ver un telediario, enterarse de los últimos chismes, tomarse un Martini y volver al cementerio. Más o menos, lo que hace nuestro plan de vías con cierta regularidad. Pasa muchos años muerto sin que sepamos de él, aunque de vez en cuando sale de la fosa y empieza a generar noticias. Dibujos, bocetos y maquetas, así como nuevas ideas que luego nunca se llegan a materializar. Con este «modus operandi» llevamos la friolera de 18 años. Escuchando de todo y cambiando lo que creíamos que estaba consolidado. Nos ha pasado ya tantas veces que hasta hemos perdido la cuenta. El plan de vías muere y vuelve a renacer cada equis tiempo de forma espectacular. Eso sí, no acaba de hacerse realidad ninguno de los proyectos. O sea, nunca podemos palpar algo más que no sea el conocido parque «low cost» del «Solarón», que fue la última actuación que se realizó.
La muerte de Buñuel, digo, es lo que está sucediendo en la actualidad. Resulta que de una reunión de los técnicos en el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (nueva denominación de Fomento), salió una versión 2.0 del plan que aquí se había aprobado por unanimidad de las tres administraciones actuantes. En principio, con cambios importantes como que no vamos a tener soterramiento en la ampliación del trazado hasta Cabueñes, o que la estación de plaza de Europa cambia de ubicación. Oigan, después de tanto tiempo ahora nos damos cuenta de que el lugar anteriormente elegido es arcilloso. Aunque, también, como en cualquier cuento de hadas, hay una cierta dosis de fantasía para mantenernos contentos. En Madrid dicen que tienen la intención de conectar de forma subterránea la estación de Cabueñes con el nuevo hospital. Sería a través de una galería peatonal que permitiría acceder directamente al complejo hospitalario. La verdad, a nadie se le había ocurrido antes. La idea, no dio yo lo contrario, está bien. El problema es que como ésa ya hemos escuchado muchas. De todos los colores y, sin embargo, ninguna se ha hecho realidad.
Lo que necesitamos de una puñetera vez es acción. Ruido, polvo, suciedad y máquinas que empiecen a trabajar. Según la antigua cronología, eso iba a suceder entre marzo y abril del presente 2020. Sin embargo, después de la comparecencia de los técnicos en la Comisión de Urbanismo nada está claro. Esto es, si estos nuevos cambios implican una mayor demora en el comienzo de las obras al tener que hacer otro trámite medioambiental. En definitiva, que nuestro levantamiento ferroviario vuelve a la tumba hasta que lo saquen otra vez a darse un paseo por Gijón. La siguiente vez también volverá a hacer mucho ruido, pero sin ningún avance efectivo.
@balbuenajm