Nuestra alcaldesa, Ana González, afirmaba esta semana en una entrevista en Canal 10 que «Con la estación intermodal en Moreda se podría estar licitando ahora el proyecto para su construcción». O sea, que al final el problema de 18 años de retrasos e incumplimientos se debe a eso. A que un buen día, hartos de esperar por un plan de vías obsoleto y que nunca avanzó, la anterior corporación llegó al acuerdo consensuado de cambiar su ubicación para acercarla al centro de Gijón. Algo, por cierto, que debería ser obvio a todas luces. Poco tiene que ver, a juicio de la regidora, que desde febrero de 2006 -fecha en la que se presentó el anterior proyecto de Jerónimo Junquera– no se hubiese hecho absolutamente nada. Ni el más mínimo gesto para sacar adelante esa terminal que tanto anhelamos los gijoneses. Sin embargo, fue intentar darle un impulso y desde instancias socialistas no se plantearon más que problemas. Recordemos que la anterior consejera de Infraestructuras del Principado -la inefable, Belén Fernández– puso el grito en el cielo. Tuvo que ser su sucesor, Fernando Lastra, quien firmó y apoyó el proyecto que en la actualidad está vigente. Todo esto, claro, hasta que en el Ministerio de Transportes lo cambien como es más que previsible. Es decir, que no se parezca ni un ápice al que salió del Ayuntamiento.
Digamos la verdad, ¿es acaso el problema del plan de vías dónde se sitúa la intermodal? En absoluto, de lo que estamos hablando es de dinero. De que en las actuales circunstancias resulta imposible financiar los 814 millones que cuesta la actuación. Ya me dirán si en un país donde se empieza a hablar del rescate de sus finanzas públicas, se va a poder dedicar semejante cantidad de fondos públicos para esta infraestructura. La prueba está en lo que pasó en 2008. Con la llegada de la anterior crisis financiera, el plan se desmanteló por completo. No se movió ni una piedra. Es más, sólo aparecía por aquí la ministra de Fomento de entonces, Ana Pastor, para contarnos milongas. Únicamente se reactivó con la llegada al cargo de Iñigo de la Serna, pero la cosa quedó flotando entre las nubes. Entonces, lo que tenemos que esperar de nuestro eterno levantamiento ferroviario son tres cosas. El abandono en la práctica, su cambio completo de diseño y un nuevo calendario de actuaciones que será papel mojado. En resumen, otra vez estaremos entretenidos con discusiones bizantinas mientras va pasando el tiempo.
@balbuenajm