Como es de sobra conocido, la Alta Velocidad llega mañana a Asturias. Han sido casi 20 largos años de espera y una inversión de 4.000 millones de euros. Sin duda, todo un hito para nuestro paraíso natural que ha creado unas expectativas enormes. En cierta manera, pienso, hasta sobrevaloradas. El caso es que la comitiva de autoridades llegará a la estación de Oviedo, donde se celebrará un acto. La pregunta es, ¿y por qué no vienen también a Gijón? Siendo la respuesta bien sencilla: simplemente, porque ni siquiera caben. Son unas 300 personas que serían imposible de ubicar en la estación-apeadero de Sanz Crespo. Además, pese a que hablamos de trenes que van a 300 kilómetros por hora, el trayecto entre ambas ciudades sigue siendo igual. O sea, en los 28 kilómetros que nos separan de la capital tardamos media hora. Es decir, el viaje total desde Madrid se iría cerca de las tres horas y cincuenta minutos. Algo, claro, que podría llegar a cansar a tan distinguida comitiva.
Digo más, estaría bien que visitasen esta ciudad y apreciasen la «belleza» que se iban a encontrar nada más bajar del tren. De frente, por ejemplo, a los sintecho que duermen debajo del puente de Carlos Marx. Un poco más allá, desparramados a los usuarios de los servicios sociales de la zona. A la izquierda, la «hermosa» parte selvática del «solarón». Una suerte de maleza, restos de vías y alguna que otra tienda de campaña, utilizadas como vivienda habitual. Debajo de sus pies, sigo, un túnel que se terminó en el 2006. O sea, que lleva la friolera de 17 años acumulando agua -recuerden cuando se dejó inundar- y sin ninguna utilidad para la ciudad. Finalmente, la propia estación provisional desde hace 12 años (se inauguró en marzo de 2011) haría preguntarse a tan ilustres viajeros dónde se encontraban. Si en la segunda ciudad más grande del norte de España o en Villarriba. Localidad que protagonizaba, junto con Villabajo, una competición de un popular lavavajillas. En definitiva, que no conviene enseñar las miserias de Gijón. Más que nada, porque produciría auténtica vergüenza. Son 21 años desde que el plan de vías se puso en marcha y todavía estamos así: con una estación tercermundista que recibe al AVE. Vergüenza, en resumen, que deberíamos también sentir los gijoneses. Sobre todo, porque hemos sido incapaces de ejercer la presión suficiente como para nuestra integración ferroviaria fuese respetada. Bienvenido Míster AVE.
@balbuenajm