Vaya por delante mi agradecimiento a la universidad pública. Más que nada, ya que debido a ella mi generación consiguió estudiar. Es decir, hizo su función de ascensor social, tal y como querían nuestros padres. En aquel entonces, obsesionados con que sus hijos e hijas dejaran atrás el tipo de trabajo físico que ellos habían realizado. Sin embargo, en la vida todo evoluciona. Desde luego, en mis tiempos la universidad privada resultaba completamente elitista. Solo apta para unos pocos elegidos con progenitores de mucha pasta. Ahora, por suerte, las cosas han cambiado mucho. Para la clase media, la privada no está tan lejos. En el presente curso 2024-2025 tiene 452.952 estudiantes, buena prueba, como digo, de que no es tan difícil acceder a este tipo de centros. Había solo 4 en 1990 y en la actualidad existen 46 en España. Pues bien, en esta tesitura el Gobierno central piensa endurecer su autorización. Es más, hasta utilizó el argumento de que algunas universidades eran auténticas «fábricas de títulos», con cierto ánimo de desprestigio. Todo ello, pese a que muchos miembros del Ejecutivo estudiaron o tienen a sus descendientes en ellas. En fin…
Este nuevo marco legal universitario afecta también a Asturias, inmersa en tres proyectos privados para Gijón, Oviedo y Avilés. Algo que, a mi juicio, complementaría la oferta de la Universidad de Oviedo. Cosa, por supuesto, que en nuestro paraíso de lo público no se ve así. Ya saben, aquí lo privado (sea un centro educativo, hospital o cualquier tipo de servicio) siempre se percibe como una amenaza. Pregunto, ¿por qué queremos privar a los jóvenes de esa posibilidad en nuestra comunidad, cuando en el resto llevan 32 años ofertándolo? ¿Por qué el Principado habla ahora matrícula gratuita en la Universidad de Oviedo para el primer curso en el 2025-2026? ¿No es acaso una reacción ante la competencia que va a llegar? ¿No es quizá ponerse a la defensiva? Estaremos pendientes del Real Decreto de Creación, Reconocimiento y Autorización de Centros Universitarios que viene desde Madrid. Solo faltaba que alguno de estos proyectos -pienso en el de la Universidad Europea para Gijón: 33 millones de euros de inversión y 14 titulaciones- se quedase por el camino ante este repentino afán regulatorio. Solo faltaba que los jóvenes asturianos y asturianas no pudiesen tener su oportunidad generacional, como la tuvimos los demás en su día.
@balbuenajm