Sin duda, estamos ante un proyecto de envergadura. El futuro Centro de Arte de Tabacalera sale a licitación con cifras (sobre 22 millones de euros) que marean para ser una obra municipal. Ojo, a lo que hay que sumar también lo que se desembolsó en su día en la estabilización y consolidación del edificio (unos 6 millones). No me extraña, pues, que nuestra alcaldesa, Carmen Moriyón, presuma de que es «la mayor inversión municipal de los últimos 50 años». Otra cosa, claro, es cumplir los plazos. Recordemos que la actuación sobre la antigua fábrica de tabacos comenzó en mayo de 2016. Es decir, si todo va bien -lo cual, representa un auténtico ejercicio de optimismo- veremos el primer edificio acabado hacia diciembre del 2027. Esto es, sería el nuevo Museo Piñole cuya hoja de ruta para el traslado de sus fondos está trayendo cola. Más que nada, puesto que se va a quedar sin su actual ubicación y al albur de cuándo se finalizan los trabajos. Repito: si todo va bien el complejo cultural se estima que estará acabado en octubre de 2029. Algo, por supuesto, que podemos poner en solfa dado los antecedentes. Por tanto, el meollo de la inversión se encuentra en que no se alarguen más los plazos. O sea, que no se vaya a más de los 4 largos años que se estiman. Entre otras cosas, puesto que en esta ciudad estamos hasta las narices de obras que nunca se acaban. Véase si no el plan de vías, la estación intermodal, el metrotrén… ¿sigo? En otras palabras: no queremos que la nueva Tabacalera sea un zombi más de los que ya tenemos.
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@balbuenajm