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Manuel Rosety

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Silbatos devastadores

No se trata de ninguna animadversión hacia los árbitros, pero sí una preocupación por los malos colegiados que nos tocan con tanta frecuencia, pero si alguien lo quiere interpretar como animadversión, está en su derecho.

Viene esto a cuento de la designación del madrileño Hevia Obras para el partido del sábado en Anoeta. Me decía el buen amigo Fede, ex jugador y mejor hostelero, en la tertulia de la noche del lunes en Canal 10, que tiene miedo del árbitro de San Sebastián, una vez analizados sus antecedentes. Las estadísticas dicen que el madrileño es un colegiado casero, pero lo que más preocupa son los precedentes tendenciosos que tuvo con el equipo gijonés.

El Sporting siempre perdió fuera de casa con este colegiado, que tiene tachones en su carrera. El colmo de los colmos lo protagonizó en Murcia, donde no se atrevió a expulsar a tres defensas del extinguido Ciudad de Murcia, por frases xenófobas en contra de Congo, delante de sus mismas narices y, por si fuera poco, para apaciguar los ánimos, pidió a Gerardo y Javi Fuego que avisaran a Preciado de la conveniencia de relevar al colombiano, para evitar males mayores. Todo esto después de haber pitado un penalti a Sastre que nadie vio o una serie de faltas contra los rojiblancos, a las que aplicó un rasero diferente al de los locales.

Este caballero es el mismo que expulsó a Sastre en Albacete, por chocar con un contrario en un resbalón, o que aplicó estrictamente el reglamento cuando Andreu, tras ser sustituido en Las Palmas, dio un puntapié a una botella de plástico, al lado del banquillo, lo que le ocasionó un partido de sanción. Son algunos ejemplos de la otra versión de Rodado que tiene Sánchez Armiño en su nómina de incompetentes.

En lo que llevamos de temporada, las cosas marchan bien, por lo que los errores de los árbitros quedan en un segundo plano. Mateu Lahoz hizo un arbitraje tendencioso en Soria, pero los goles de Barral hicieron que el valenciano quedara en el olvido de la afición. En Alicante se quejaron mucho de los goles anulados por Pérez Montero, pero no analizaron el motivo de cada anulación, que fue justa, lo mismo que la tarjeta que vio Barral el pasado domingo por tirarse a la piscina descaradamente.

Ya sé que esto es poner la venda antes que la herida, pero con algunos árbitros, la desconfianza es lógica. Y lo que digo de Hevia Obras, se puede hacer extensivo a Rodado, evidentemente, pero también a Bernabé García, el de Valladolid de la pasada temporada; Pino Zamorano y Pérez Lima, que vuelven tras su fracaso en Primera, o José Luis González, el inventor de los penaltis fuera del área (Cádiz y Murcia). Y recuerden que no son mileuristas, que estros caballeros cobran en torno a 50.000 euros al año por dejar en ridículo a su gremio.

El caso es que con los árbitros hay que llevarse bien, porque, en caso contrario, el corporativismo del gremio es insuperable. Por eso, la fórmula a aplicar es la de Soria. Marcar dos goles y que no te metan ninguno, pese a los silbatos devastadores que pululan por ahí.

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El universo rojiblanco tal y como lo vive su principal cronista


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