Tres puntos en Albacete y otra vez en ascenso. Fue un triunfo que permite recuperar la licencia para soñar, en una fase de la competición en la que comienzan a fijarse algunas diferencias en la clasificación. La primera reválida de los rojiblancos tuvo nota sobresaliente. Lo primero que importa es sumar puntos de tres en tres.
El partido del Carlos Belmonte no fue una exquisitez futbolística, pero se vio un Sporting práctico. Primero, controló el encuentro y marcó un gol que dio tranquilidad. Luego, ante un rival roto, supo nadar y guardar la ropa. Fuera de casa lo que importa es ganar. Si es con un buen espectáculo, mucho mejor, pero donde hay más necesidad de ofrecer un mejor fútbol es en El Molinón. Al menos con más tensión, porque el aficionado de casa, que es el más fiel, necesita algo más que victorias.
Ganar en Albacete fue más importante, porque había bajas de relevancia. En la defensa me gustó el trabajo de Gerard y Jorge. En el centro del campo, Iván Hernández hizo una labor destacada en la contención y agradó De Lucas, a quien le falta ritmo de competición, como es lógico, lo mismo que a Andreu.
En la delantera, la posición de Kike Mateo fue determinante. El murciano hace daño y provoca desequilibrio entre líneas, bastante más que en las bandas.
La fidelidad de la afición es extraordinaria. Me pareció un centenar, aproximadamente, los que se dieron cita en uno de los rincones del campo. No sé si había más, pero lo fundamental es que ese grupo sonó más en el Carlos Belmonte que toda la afición de casa. Algunos hicieron el viaje en el día. Se merecen un reconocimiento.
PD.: Es una pena que la peña del galeno sólo sepa utilizar descalificaciones desde el anonimato y sin rigor. Tal vez sea su forma de actuar. ¡Qué se le va a hacer!