Desde hace cinco años, el Numancia es uno de esos equipos que provoca un ambiente especial en El Molinón. Gran parte de culpa la tienen las triquiñuelas de un ex futbolista como Fagiani, especialista en meterse en charcos, o Máximo Hernández, ahora director deportivo del Albacete, que aglutina problemas de enfrentamientos con casi todos los medios informativos manchegos.

En Gijón es imposible olvidar aquel partido del nueve de febrero de 2003, con la famosa navaja que nadie sabe de donde salió. Ahí está el informe policial, con un exhaustivo seguimiento a las imágenes que quedan grabadas en la Unidad de Control Operativo (UCO). La intervención del delegado arbitral, el langreano Gutiérrez, también tuvo su influencia. Por cierto, volverá el domingo a El Molinón. Ya sé que no arbitra, pero puede tener influencias en el colegiado designado. Además, es un cenizo. Con él en el palco, rara vez gana el Sporting en El Molinón. Es un tipo que no me gusta desde hace ya mucho tiempo. Incluso cuando era un árbitro hogareño. No me parece trigo limpio.

De aquel encuentro quedan muy pocos futbolistas. En el Sporting, sólo Sastre, de los que estuvieron en el campo. En el banquillo también se encontraba Roberto. En el Numancia únicamente queda Álvaro Núñez, que era el guardameta reserva en el célebre encuentro. El uruguayo fue uno de los propuestos para sanción, ya que en medio del tumulto, fue de los que regó a los espectadores que estaban detrás de la portería, en un acto de una repudiable provocación. El domingo no tendrá tiempo a dedicarse a responder al respetable, ya que le tocará estar en el césped, como guardameta titular, debido a la lesión de Jacobo.

Pese a la declaración de día del club y a la retransmisión en directo por televisión, la afición del Sporting va a responder positivamente con un respaldo mayoritario. El partido es importante, con tres puntos que deben quedar en casa, para lo que resulta fundamental que El Molinón registre un ambiente como el que se vivió a la siguiente visita del Numancia, en diciembre de 2003, con Marcelino en el banquillo. La expulsión de Cristian a los tres minutos caldeó más el entorno para el Numancia y llevó en volandas a los rojiblancos, quienes ganaron con diez contra once y un gol de Bilic.

Ese espíritu debe revivirse el domingo, que, coincidentemetne, también tendrá horario matinal. Y si los rivales, sobre todo el portero Núñez, se ponen nerviosos, será mejor para el Sporting. El miedo escénico, frase bautizada por Valdano, le dio un buen resultado al Real Madrid en la época de las remontadas. Es parte del espectáculo. Aquí no vamos a ser menos.