Dice Preciado que el partido de esta tarde no es una final. Tiene razón, aunque sería conveniente que los chavales y su entorno se lo tomen como si lo fuera. Si el objetivo del Sporting está fijado en el ascenso, una ilusión que está muy extendida, ganar en Ferrol es obligatorio.

Me da la sensación de que en el vestuario hay dos sectores. Uno, el que asume la responsabilidad para aspirar a todo, caso de Bilic, y otro que es el que prefiere no cargarse de presión y empezar a hacer cálculos si el equipo empieza a descolgarse. Preciado es de los que no se alarma por haber perdido un colchón de oro, similar al que tiene el Málaga, mientras se mantiene la esperanza de que el equipo de Muñiz tenga un pinchazo. En realidad, se necesitaría una serie de resbalones para poder darle caza. Y todo esto sin contar con las ‘ayudas’ que previsiblemente van a oxigenar a la Real.

El razonamiento del entrenador es correcto. Si el Sporting pierde en Ferrol no va a pasar nada. Y tampoco se habrá perdido el tren del ascenso matemático si la Real gana en El Molinón. Pero si esta tarde no se gana y los donostiarras, a la misma hora, dan buena cuenta del Numancia, quedar a cuatro o cinco puntos empezará a ser más que preocupante. Que nadie olvide que los que tienen que hacer más cálculos son los que más necesitan los puntos. El partido de A Malata debería tener como lema “Va por vosotros”, dedicado a los 4.000 seguidores que son ejemplo en el fútbol español. Personalmente, no espero menos.

Ferrol va a vivir hoy una fiesta rojiblanca. Los hosteleros de la ciudad departamental se frotan las manos. La afición del Sporting es de la que se gasta el dinero. No va sólo al partido. Y un detalle. Hoy juega el Real Madrid en Riazor. Me cuentan mis colegas de Coruña que en los hoteles de la ciudad hay más sportinguistas que merengues alojados esta noche.

Al margen de que se vea como una final o no, todo lo que no sea un triunfo del equipo de Preciado significará una decepción. El empate no vale. Así de sencillo. Y si alguno se ve muy presionado, como dice Clemente, que pida cita con el siquiatra.