Salí medio deprimido de A Malata. El empate del Sporting me supo a derrota. A los cinco minutos había olor a goleada, después del tanto de Bilic y la combinación de los ‘jugones’, Diego y Kike. Los ferrolanos estaban asustados y creo que hubieran firmado el 0-1.
El problema estuvo en que los que quisieron firmarlo fueron los rojiblancos, pero sin pensar que el fútbol conformista tiene unos riesgos. Al final, empate y gracias, porque el Racing de Ferrol, con un jugador menos, hasta pudo ganar el partido. Ni se notó la inferioridad numérica por la expulsión de Roberto. Y cuando vio la roja el central Manuel, con tres minutos de tiempo de prolongación, no se atacó con el convencimiento que debería.
Lo peor son las lesiones. Kike Mateo y Barral tienen unas lesiones que, a primera vista, los médicos sospechan que serán baja para un mes. Lo de las lesiones en el Sporting es un aspecto complicado de entender. Una semana se reserva un jugador por precuación y a la siguiente queda fuera cuatro semanas, que serán contra la Real, el Celta, el Nástic y el Málaga.
La derrota de la Real permite pensar en arreglar la situación el próximo sábado en El Molinón, aunque si se llega a haber ganado en Ferrol, que era lo más lógico, el empate contra los donostiarras podría servir.
En Ferrol, el Sporting no dio la talla. Una grada como la que se vio en A Malata, después de haber visto durante 90 minutos un rendimiento de equipo por debajo de sus posibilidades y sin opciones a ganar al peor equipo como local. Esa grada que vimos en A Malata se merecía una victoria, que debió lograr el equipo gijonés, como en Salamanca. La única forma de subsanar este fiasco es con un triunfo sobre la Real.