El objetivo de Preciado a partir de mañana es pensar en Osasuna, equipo al que el Sporting debe, puede y necesita ganar. El domingo volverá a El Molinón el Club Atlético Osasuna de Roberto, buen chaval y buen gallego, de lo que ejerce muy bien, por cierto.

A Roberto le paga Osasuna. Y muy bien. Pero su corazón es rojiblanco. No puede olvidar las imágenes del día del ascenso, de una afición espectacular con la que está muy identificado. Pero, en su momento tuvo que elegir. En una parte de la balanza estaba la oferta de un Osasuna de Primera. En la otra, la continuidad en el Sporting, más barata y, en aquella época, sin garantizar el ascenso.

Roberto no está en Pamplona tan a gusto como estuvo en el Sporting. Pero no puede decirlo. Ni siquiera aceptarlo, al menos públicamente. Es razonable y entendible. En Gijón fue titular desde que le grapó el puesto a Juanjo Valencia. En Pamplona, ya eperto a sus 29, está a la sombra de un Ricardo que está al borde de los 37. Esto lo veía venir cuando se despidió con lágrimas en los ojos, de las de verdad.

Si existiera el túnel del tiempo, no descartaría que Roberto echara marcha atrás para renunciar a la millonaria oferta pamplonesa y quedarse en Gijón por la mitad. Eso creo, pero no es más que una hipótesis que tal vez se confirme dentro de unos años, cuando el portero de Chantada deje el fútbol. Estas cosas empiezan a saberse cuando los futbolistas ya no están en activo.

El caso es que Roberto volverá a El Molinón, donde será el suplente, pero en el banquillo opuesto. El de Chantada admite que en Gijón se le desea mucha suerte para el futuro, para después de las siete de la tarde del domingo. Lo entiende. Antes se llevará un aplauso merecido.