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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

El insulso discurso de Javier Fernández

“Diga lo que quiera el Sr. Cánovas, la oratoria más se parece a la arquitectura que a la escultura”. (Clarín).

 

Me gustaría estar equivocado, pero creo que lo más llamativo del discurso de fin de año de Javier Fernández fue su insulsez. En efecto, hay que luchar contra el paro. Lo malo del asunto es que ni siquiera dio a entender que tuviese fórmulas para hacerle frente. Se supone que para todo gobernante es irrenunciable combatir el desempleo. Bien se sabe que nada aporta quedarse en lo obvio. Cierto es que, en este caso, el asunto que nos ocupa, además de obvio, es dramático. Y, desde luego, vale la pena hacerse eco de tan tremendo problema, siempre que no se incurra en la impotencia, tal y como se pudo percibir del discurso del Presidente, ya que, ante ello, la ciudadanía podrá preguntarse, cómo seguramente está haciendo, por la utilidad que tiene el Gobierno autonómico.

Y, por otra parte, llama la atención que, ni siquiera de soslayo, haya nombrado don Javier otros problemas también graves que sufre la sociedad asturiana, como la despoblación creciente, y ahora no sólo en el mundo rural. En este caso, el desafío no sólo no se resuelve, sino que además no parece ser percibido por las altas esferas de la política llariega.

¿De verdad puede entenderse que hubiera sitio en el discurso del Presidente para mostrar su inquietud ante la deriva independentista en Cataluña y, sin embargo, no se haya hecho mención al declive demográfico de Asturias? Entiéndase bien esto que digo: cualquier problema nacional afecta a esta tierra, sin duda. Pero no es propio que un Presidente autonómico soslaye los propios poniendo énfasis en algo que afecta a España entera y que, por otro lado, no se resolverá desde el inmovilismo.

Por otra parte, los problemas que, según las encuestas, preocupan más a los ciudadanos, como la desafección política y la corrupción, no los consideró don Javier dignos de tener presencia en su discurso. Y no sólo a nivel general, tampoco en lectura interna.

¿Qué idea de Asturias tiene nuestro Presidente? ¿Existe para él el mundo rural, del que tampoco tuvo a bien ocuparse? ¿Asume, de otro lado, que hace falta impulsar la regeneración política? Y, en ese caso, ¿se puede sentir satisfecho de la política  que ha venido siguiendo su partido con respecto al culebrón pixueto? Porque a nadie le gustaría sospechar que se piensa más en contentar al aparato del partido que en el bienestar de la sociedad asturiana.

Y, desde la lealtad al resto de España, ¿no sería de recibo que don Javier reivindicase del Gobierno central con respecto a Asturias otras políticas en materia de minería, así como en infraestructuras pendientes?

Recuerdo que, en el discurso de toma de posesión, don Javier dejó bien claro que no iba a ser el suyo un Gobierno montaraz frente al Ejecutivo central. Tal declaración de intenciones es asumible y es difícil no suscribirla. Lo que sucede es que eso no debería implicar resignación y silencio ante políticas que no nos benefician.

Breve discurso el de don Javier, pero no intenso, sino insulso. Insulso, con su no sé qué de impotencia que no puede no inquietarnos.

Sea como fuere, esperemos que lo insulso se quede en el discurso y no en las políticas, porque no hay argumento que pueda sostener y defender que, eso,  lo insulso, deba presidir ninguna política, ni siquiera la asturiana.

Lo insulso y la impotencia. ¿La izquierda era esto, don Javier?

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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