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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

¿A qué distancia estamos de un estallido social?

Del desapego a la crispación. De ahí, a movilizaciones sociales que se paralizan cuando la instancia de poder de turno da marcha atrás. Hablo, naturalmente, de las continuas manifestaciones que tuvieron lugar en Burgos, apoyadas en otras muchas ciudades con concentraciones importantes. Por fin, el Alcalde mandó parar y se abre un periodo, más que de calma, de reflexión. Porque, más allá de la protesta ciudadana ante un proyecto que parece recordar megalomanías y sobrecostes, que en estos lares no nos son nada ajenos, lo que se dirimió con estas movilizaciones fue el mayor o menor grado de autismo del poder, de un poder que, sin duda, transcendió el ámbito de lo local y se convirtió en un referente para todo un país que cada vez está más harto de una forma de hacer política que ignora los clamores ciudadanos.

A medida que las protestas eran más sonoras y retumbaban en otras latitudes, fuimos teniendo noticia de cómo el Alcalde de la capital castellana se fue desdiciendo hasta que, al fin, cedió.

Tras ello, el alivio por partida doble. De un lado, por parte de todos aquellos que vieron que sus movilizaciones sirvieron de algo. Del otro, de los políticos que estas alturas pueden ser conscientes de que, con independencia del mayor o menor encaje legal de parte de sus decisiones, cada vez puede ser más arriesgado no tener en cuenta el rechazo social que puedan tener las susodichas.

Pero, con todo, lo más inquietante del momento que estamos viviendo es, a mi juicio, la inconsciencia de muchos políticos, que, se diría, que ni tan siquiera llegaron a preguntarse a qué distancia podemos estar de un estallido social. Como si lo que pasa en la calle no fuese con ellos. Como si no existiese más realidad que la que ellos se forjan a base de intrigas, conspiraciones, medros y así un largo etc. ¿Cómo explicarnos, por ejemplo, que, ante el paro masivo, los recortes de todo tipo, los desahucios, etc., la mal llamada clase política no haya sido capaz tan siquiera de renunciar a parte de sus privilegios? No vale seguir haciendo política como si la crisis no existiera, o sólo tuviera que sufrirla la ciudadanía. No vale apostar por proyectos megalómanos como si el dinero público sobrase.

Al margen de las hipótesis y rumores que al respecto se apuntan, es una buena noticia que alguien haya disuadido al Alcalde de Burgos de su empeño contra los clamores ciudadanos, porque eso demuestra que en algunas instancias de poder hay un mínimo de consciencia del sufrimiento de los tiempos que corren con los riesgos que eso implica.

¿Hace falta acaso ser un genio de la sociología para percatarse del dislate que supone que la clase política actual pueda vivir tan ajena a la ciudadanía como aquella aristocracia francesa que perfeccionaba buenos modales y se contemplaba  ante lujosos espejos en vísperas de unos acontecimientos que cambiaron la historia?

Pregúntenle al espejo de su alcoba a qué distancia estamos del estallido social. Los pases de modelos y lencería déjenlos para después, si les queda cuajo.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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