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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

A propósito de Pedro J. Ramírez

 

La libertad política significaría la liberación de los individuos de una política sobre la que no ejercen ningún control efectivo. Del mismo modo, la libertad intelectual significaría la restauración del pensamiento individual absorbido ahora por la comunicación y el adoctrinamiento de las masas, la abolición de junto con sus creadores.” (Marcuse).

El hebdomadario que, domingo tras domingo, nos vino acompañando con su epístola desde las páginas del periódico que dirigió desde hace casi 25 años, deja la dirección de “El Mundo”, y lo hace con la aureola de haber sido combativo y crítico especialmente con Felipe González y Rajoy, también con la Monarquía. Por encima de cualquier otra consideración, estamos hablando de alguien a quien no se le puede acusar de mediocridad. Así las cosas, sus luces y sus sombras no son ni pueden ser pequeñas.

Entre las primeras, no se le puede negar a Pedro J que la corrupción del felipismo fue conocida en gran parte gracias a su tenacidad y trabajo. No olvidemos que el  7 de enero de 1990 es una fecha clave en la historia de la corrupción en España, porque ese día se publica en el diario “El Mundo” la entrevista en la que el Alcalde de Barbate denuncia los comportamientos de El Hermanísimo, es decir, del ciudadano Juan Guerra. Y no olvidemos tampoco que, si se destapó el terrorismo de Estado, ello se debió a las denuncias que hizo primero en “Diario 16” en la etapa en que fue dirigido por Ramírez y, pasados los años, esa  historia se publicó corregida y aumentada en el diario “El Mundo”, digo corregida y aumentada, porque algunos de los protagonistas de los GAL como Amedo y Domínguez rompieron su silencio en el citado diario. En la caída del felipismo tuvo mucho que ver la labor de los periódicos que dirigió Pedro J. Y, más allá de partidismos y filias y fobias, a un periodista nunca se le podrá reprochar que desenmascare corruptelas y no ocultase informaciones por servilismo al poder de turno. Y, por otra parte, tampoco se le puede negar a Pedro J su talento como articulista, que lo viene demostrando desde hace décadas.

En cuanto a las sombras, no podemos soslayar su empeño en buscar en los terribles sucesos del 14-M culpabilidades que exoneraran al azanarismo, primero de los errores de comunicación cometidos tras aquella escalofriante matanza y, en segundo lugar, negando el rigor de las pesquisas judiciales.

En cualquier caso, hablamos de uno de los periodistas más influyentes de nuestra más reciente historia. En su caso, no cabe decir aquello de que “el medio es el mensaje”, es decir, que consiguió notoriedad gracias al prestigio de las publicaciones en las que trabajó, puesto que, antes al contrario, sobre todo en el caso del diario “El Mundo”, es, esencialmente, obra suya. Periodista influyente, digo, que a veces nos puede hacer recordar –mutatis mutandis- a lo que significó en su época Emilio Romero, con sombras también muy alargadas, pero, en ningún caso, mediocre.

Habría que conocer con precisión hasta qué punto puede ser responsable el periodista que nos ocupa de la alarmante situación económica en la que se encuentra su diario. En este sentido, no dejaría  de ser paradójico que alguien tan entusiasta del liberalismo económico, no haya sido tan buen gestor, si esa situación económica del  rotativo que hasta ahora dirigió es tan catastrófica como se dice. Y, por otro lado, para hacerse una idea lo más objetiva posible del personaje que nos ocupa, no vendría mal conocer cuáles fueron sus apoyos económicos a los distintos proyectos que  vino creando hasta el momento.

Azote del felipismo, defensor casi a ultranza de Aznar y sus Gobiernos; azote también de Rajoy y del PP, tras sus horas con Bárcenas a las que tanto partido informativo les sacó, este periodista tan influyente y de ideología inequívocamente conservadora, es uno de los personajes públicos más influyentes de las últimas décadas en España.

Víctima de intromisiones burdas en su intimidad, víctima también de rencores y envidias, nunca podrá negar, sin embargo, que entre Aznar y la verdad objetiva, se decantó más por el primero y que su interminable campaña con respecto al 14-M forma parte de sus más alargadas sombras. Hasta el último momento, quiso que Aznar ganase batallas en las que no pudo participar. Y su derechismo vino siendo en determinados temas demasiado extremo.

Insisto: todo menos mediocre.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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