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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

El crimen (también) fue en Oviedo: Una placa en el Parlamento asturiano

«Y mi memoria era a veces un trémulo sistema de espejos comunicantes». (Muñoz Molina. Beltenebros).

 

Leopoldo Tolivar Alas, catedrático de Derecho Administrativo y colaborador de EL COMERCIO, acaba de remitir una propuesta al Presidente del Parlamento asturiano para que en la Junta General figure un digno recordatorio a todas aquellas personas que fueron sometidas a Consejos de Guerra durante la guerra civil a partir del 19 de octubre de 1936 en ese mismo inmueble, entonces conocido como Palacio de la Diputación. Sobra decir que esos juicios carecieron de las más mínimas garantías procesales y que las personas que fueron sometidas a semejantes atropellos tenían sobre sí la gravísima acusación de haber servido lealmente a la legalidad republicana, es decir, al Estado democrático que se había proclamado el 14 de abril de 1931.

No sólo estoy totalmente de acuerdo con lo que plantea Tolivar Alas, sino que además me pregunto cómo es posible que, tras más de treinta años de autonomía, no se haya hecho nada a este respecto.

La pertinencia de propuesta del catedrático Tolivar es difícilmente rebatible. Los

mencionados Consejos de Guerra sucedieron y nadie podría sostener que tuvieron las mínimas garantías procesales. Se antoja, por tanto, muy difícil que haya razones para oponerse a ese recordatorio, máxime cuando semejantes infamias se produjeron en el inmueble que, a día de hoy, es la sede de un Parlamento supuestamente democrático, que es la representación máxima de la ciudadanía asturiana.

Habrá quien diga que todo lo que suponga recordar a los muertos es remover heridas, que tales iniciativas obedecen a pérfidos fines revanchistas y no sé cuántas monsergas más de esa misma índole.

No se trata, perdón por la obviedad, de nada de eso, sino de muy distinta cosa. ¿Acaso una sociedad democrática está obligada a desconocer y sepultar su propio pasado? ¿No es más bien todo lo contrario? ¿No está obligada toda democracia que se precie a reconocer a quienes fueron todo un ejemplo de respeto a la legalidad del Estado al que servían?

¿Acaso se puede esgrimir un solo argumento convincente para que la historia más reciente no pueda ser conocida?

Renan concebía la nación como una continua dialéctica de glorias comunes y remordimientos.

Pues bien, esto es lo que está en la iniciativa del ciudadano Tolivar Alas. Las glorias comunes que incluyen a quienes respetaron desde sus responsabilidades  la legalidad y los remordimientos de todos ante episodios como los que tuvieron lugar en la actual sede de nuestro Parlamento autonómico durante un largo periodo de la guerra civil.

Por justicia poética, o, lo que en este caso es lo mismo, por justicia histórica, el Parlamento asturiano debe hacer suya la propuesta de Leopoldo Tolivar, aprobando que esa placa figure como recordatorio y homenaje a las trayectorias de unos ciudadanos que fueron víctimas de una locura colectiva que convirtió España en una macabra orgía de muerte y destrucción.

Una placa en el Parlamento asturiano, porque el crimen fue también en toda España, fue también en Oviedo, en nuestro Oviedo.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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