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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Carta abierta a Joaquín Leguina

“A un Gobierno encabezado por Felipe González se le exigía un proyecto regeneracionista basado en la conciencia cívica, la transparencia democrática, el imperio de la ley y la dignidad de lo público. Este proyecto no se materializó nunca”. (Tom Burns Marañón).

 

Tiempo hace, don Joaquín, que sigo su blog, sus libros y sus declaraciones. Y, verá usted, estando esencialmente de acuerdo en muchas de las críticas que vierte contra todo lo que significó Zapatero, tanto en la política española como en su propio partido, lamento muy de veras llegar a la conclusión de que, frente a sus mordaces críticas contra el político leonés, sea usted tan mudo, tan ciego y tan sordo a la hora de analizar el largo periodo en el que Felipe González gobernó este país. Mire, no quiero cargar las tintas recordando aquello que el venerable don Antonio Machado escribió acerca de las medias verdades, pero convendrá usted conmigo en que en esa etapa del felipismo hubo desmanes, corruptelas y despropósitos que, desde la objetividad, no se pueden soslayar. Comprendo perfectamente, don Joaquín, que, por lo común nos cueste más ser críticos con nuestra propia generación, máxime si se trata de quien lideró el mismo partido. Aun así, sus invectivas contra lo que significó el zapaterismo pierden credibilidad si no van acompañadas de una visión más completa de la historia más reciente de su partido.

No se trataría en ningún caso –perdóneme la perogrullada- de comparar esos periodos, sentenciando cuál fue peor. No, aquí el busilis es muy otro: no desautorizarse uno a sí mismo por pasar como sobre ascuas sobre un periodo que no queremos analizar, porque nos lastimaría negar sus miserias más evidentes.

Pero, fíjese, señor Leguina, hay algo aún mucho más preocupante en sus clamores y en sus silencios. ¿Es que ni a un solo analista político (el término “politólogo” no lo uso más que entrecomillado por tratarse de un palabro que pone de relieve el alto nivel de estulticia de nuestro tiempo) tuvo a bien pararse a pensar que, si no se le hubiese hecho la vida imposible a Borrell, Zapatero no habría alcanzado nunca  la secretaría general del PSOE y, por ende, la Presidencia del Gobierno español?

La cosa se las trae, no me lo negará, don Joaquín. Porque nadie discutirá, ni siquiera el señor Almunia, primero que Borrell hubiera sabido llevar mucho mejor el entendimiento con Cataluña, y, llegado el caso, habría empezado la casa por el tejado, es decir, ir antes a modificar la Constitución que a apoyar un Estatuto que pudiese colisionar con ella. Y no menos indiscutible que, con su formación, habría sabido detectar la crisis económica, afrontándola mucho mejor que el político leonés, de tal manera que el señor Rajoy no hubiese ganado las elecciones de la forma que lo hizo: sobre todo, por la desesperación de las gentes ante los bandazos e incompetencias continuas de Zapatero y sus gentes.

¿No tienen que hacer autocrítica los otrora mandamases del PSOE que se lo pusieron tan difícil a Borrell? ¿No supuso ello una gran oportunidad malograda tanto para España como para su propio partido? ¿Y a usted no le parece que convendría que se manifestase al respecto tan claramente como lo hace cuando de criticar a Zapatero se trata?

Es que, verá, don Joaquín, arremeter contra el efecto, dejando intacta la causa, no es algo ni ponderado ni riguroso. Y, de usted, como persona cultivada y como escritor de prestigio, hay que esperar ambas cosas.

¡Ay, don Joaquín! Nos duele que la izquierda lo sea sólo de siglas. Nos duele que, gobernando el PSOE, la política se haya convertido en una especie de patio de Monipodio. Nos duele que, tras 21 años de gobiernos socialistas, España siga atada a un Concordato que contradice lo que es un Estado laico. Nos suele, en fin, que no se pongan y se dispongan a reivindicar un republicanismo que está en las señas de identidad de su partido. Nos duele que gentes como usted apunten y disparen sólo en una dirección. Nos duele que no reivindiquen la mejor España, esto es, que históricamente no se reivindiquen a sí mismos junto al republicanismo al que nunca debieron renunciar. Nos duele, en fin, que, para ustedes, el felipismo sea intocable tras haber generado tanta frustración y defraudado tantas expectativas.

El franquismo hizo de almirez de esa mejor España triturándola. ¿A qué esperan para reivindicarla y hacerla suya?

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Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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