Hora es de que se sepa, sobre todo en Asturias, quién fue y qué fue Fernando Vela, cuya vida transcurrió según testimonió el propio interesado, entre dos muertes, la de ‘Clarín’ (1901) y la de Ortega (1955). Cierto es que en los últimos años se dieron pasos para el conocimiento y reconocimiento del autor de ‘El arte al cubo’. El primero de todos ellos fue el libro de Teófilo Rodríguez Neira ‘Fernando Vela y Asturias’. Muchos años después, en 2010, la Fundación Banco Santander publicó una selección de su obra. En ese mismo año, hubo unas jornadas en la Universidad de Oviedo que abordaron el significado de su obra. Y, en este año 2014, el Servicio de Publicaciones de nuestra Universidad saca a la luz el libro que hoy se presenta, que se abre con un capítulo escrito por la máxima autoridad académica en las letras españolas del siglo XX; se trata, naturalmente, de José Carlos Mainer. En el citado volumen colaboran también Azucena López Cobo, Elvira Bobo Cabezas, Celsa Díaz Alonso, Teófilo Rodríguez Neira, Leopoldo Tolivar Alas, Manuel Neila Lumeras, Lluis Álvarez, José Luis Fernández López y el arriba firmante que hace de coordinador del mencionado volumen.
Lo esencial es no perder nunca de vista la pujanza cultural de Asturias a principio del siglo XX, representada por el autor que aquí nos trae. Vela, como Ortega, Azaña, Pérez de Ayala y Augusto Barcia, militó en el reformismo melquiadista, cuyo partido fue el principal vivero de la Segunda República.
No menos esencial resulta conocer no sólo al Fernando Vela que fue el hombre de confianza de Ortega, sino también al autor de ensayos memorables sobre Charlot, sobre el cine, sobre las vanguardias artísticas, sobre ‘Clarín’, sobre la filosofía existencialista y un largo etcétera. Al autor, asimismo, de excelentes biografías, entre otras, sobre Mozart y Roosevelt. Al periodista que, tras la guerra civil española, tuvo un gran protagonismo en un islote de libertad como fue el diario ‘España’ de Tánger, diario en el que dejaron su impronta otros grandes periodistas asturianos como Juan Antonio Cabezas y Jaime Menéndez ‘el chato’.
Frente a la labor de almirez que trituró la memoria de la mejor España y de la mejor Asturias intelectualmente hablando, lo que toca es recuperar a las grandes figuras intelectuales de nuestra historia contemporánea, entre las que se encuentra, con toda justicia, Fernando Vela.
Me atrevo a pedir solemnemente al público lector de este diario que se sume al homenaje a Vela que supone el libro que hoy se presenta en el Ateneo Jovellanos.