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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

¿A qué juega el diputado Ángel González?

 

De acuerdo, la inhabilitación con que se le condena no obedece a un asunto de corrupción económica. ¿Pero eso le exime de dimitir? ¿Pero eso le autoriza a esgrimir como argumento que es objeto de una persecución política? ¿No se da cuenta este buen señor de que, al afirmar eso, viene a decir que prevalecieron para quienes lo juzgaron criterios no legales, la sempiterna conjuración judeo-masónica expresada con otras palabras?

¿A qué viene su afán por no dejar su beato sillón? ¿No se ve con arrestos suficientes para defenderse desde afuera como un ciudadano más? ¿No se da cuenta este ejemplar ciudadano de que incurre en contradicciones tremebundas, máxime desde la ideología en la que dice militar?

Veamos, don Ángel, se le inhabilitó a usted en la reciente sentencia por haber cometido ilegalidades desde un cargo político. Veamos, don Ángel, podemos estar o no de acuerdo con la ley, pero resulta insostenible que desde el poder se pueda vulnerar, lo que en modo alguno está permitido para el resto de la ciudadanía. ¿La izquierda era eso, señor mío?

Usted viene a decir con su actitud esto que sigue: “La democracia soy yo”. Seamos algo más realistas, señor González: la democracia no tendría por qué resentirse si usted dimite y es sustituido por alguien de su partido que iba en su misma lista electoral. Ése es el mecanismo, lógicamente.

Y, con su empecinamiento, desprestigia muy seriamente a su coalición, que aún no dio explicaciones acerca de su continuidad en el Gobierno de Areces a partir del estallido del caso Marea. ¿Con qué autoridad moral se puede condenar la corrupción cuando se permanece en un Gobierno salpicado por ella hasta el extremo de que una juez ordenó el ingreso en prisión de un ciudadano que había sido Consejero de ese mismo Gobierno?

O sea, no sólo no abandonaron sus sillones en aquel momento sino que además tampoco lo hace usted ahora cuando una sentencia judicial lo inhabilita para ejercer cargos públicos durante siete años.

Mire, don Ángel, sé que usted no anda sobrado de elocuencia, ni de brillantez como orador. Pero, al menos, sí podría dar muestras de coherencia dimitiendo, lo que le facilitaría regresar por la puerta grande si en la siguiente batalla la instancia judicial a la que recurra le diese a usted la razón. Pero, con la actitud que viene adoptando, lo único que consigue es acrecentar en la ciudadanía el convencimiento de que los políticos sólo conjugan el verbo dimitir para sus adversarios y nunca para los propios interesados. Y, con ello, está siendo usted un colaborador más a la hora de fomentar esa desafección social hacia los políticos que no deja de ir en aumento.

En fin, señor González,  no puedo entender que se reclame usted de izquierdas y que, al mismo tiempo, se agarre a su puesto como si se tratase de una propiedad privada y no pública, como si le correspondiese por derecho divino, en lugar de tratarse de una situación coyuntural susceptible de ser modificada cuando las reglas de juego fueron vulneradas, según estiman los Tribunales de Justicia, unas reglas de juego que, con su actitud, da la impresión –insisto- de que no las considera iguales para todos.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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