¿Cómo recuperar esa credibilidad tan merecidamente perdida, señor Rubalcaba? ¿Cómo negar, cuando critican los recortes del PP, que ustedes empezaron a aplicarlos en 2010? ¿Cómo pueden hacer creer a la ciudadanía que ustedes apuestan por la enseñanza pública cuando, en 21 años de Gobiernos socialistas, mantuvieron el estatus de la presencia de la religión católica en los centros y no se cuestionaron nunca los privilegios concedidos a los colegios concertados? ¿Cómo pueden convencer a nadie de que lo suyo es esencialmente luchar por una sociedad cada vez menos desigual cuando empezaron en tiempos de González con aquello que Nicolás Redondo llamó “el abrazo aristocrático” y cuando, a resultas del estallido de la crisis, apoyaron a los grandes bancos sin ningún rubor? ¿Cómo pueden hacer creer a la sociedad española que están en contra de la corrupción cuando las escandaleras protagonizadas por gentes de su partido desde el caso Juan Guerra hasta los ERES andaluces son mayúsculas en cantidad y bochornosas para la moral pública?
Me atrevo a afirmar, don Alfredo, que, ni siquiera con el discurso más convincente, recuperarán ustedes la credibilidad perdida, mientras no sean otras personas las que tomen la antorcha de la dirección se su partido. Pero todo parece indicar que ofrecerán mucha resistencia a esa renovación que tanto apremia.
Piense, por un momento, en el calado que tienen las asignaturas pendientes que ustedes han dejado tras haber gobernado este país durante 21 años y pregúntese si cabe esperar que la sociedad española les crea, no sólo capaces, sino inequívocamente decididos, a abordarlas con valentía y coherencia.
Y, ahora, en plena campaña de las elecciones europeas, por mucho que su candidata se desgañite hablando en contra de los recortes, va a ser imposible que, con ello, evite, cuando menos, el escepticismo del electorado. Primero, porque a Zapatero no le tembló el pulso a la hora de meter tijera. Segundo, porque, si de Europa hablamos, el nuevo Primer Ministro francés, también socialista en sus siglas, no va precisamente en esa dirección.
¿Sabe, don Alfredo? Con mayor o menor consciencia de ello, ustedes son el partido político español que más contribuyó a los privilegios de la mal llamada clase política, en le medida en que gobernaron más tiempo que ningún otro. Ustedes no están en condiciones de esgrimir una autoridad moral que no tienen pues la ejemplaridad en la vida pública la tienen tan aparcada como la bandera tricolor que no desean en modo alguno enarbolar, ni siquiera como salida a esta encrucijada. Ustedes son, a la hora de hacer comparaciones históricas, los sagastinos de esta segunda Restauración borbónica.
Sólo cabe, como le digo, una innovación a fondo en sus cuadros dirigentes, con personas que hayan aprendido la lección de las consecuencias de tantas cesiones y concesiones, de tantos renuncios y tantas renuncias que han venido haciendo desde la muerte de Franco a esta parte.
Y, fíjese, es desolador que tengan que esforzarse ustedes, que se reclaman socialistas, por parecer diferentes a un PP que, en muchas de sus políticas y actitudes, no está muy lejos de la extrema derecha. Porque, ya que de Europa hablamos, aquí el partido hegemónico de la derecha no se desmarcó del franquismo lo esperable en una formación política que se dice europeísta.
Desengáñese, don Alfredo: no recuperará la credibilidad el PSOE mientras no haya un cambio de discurso y, sobre todo, de personas.