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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

¿Repensar Europa?

“Un país que amar, una propiedad que defender y cierta participación en la promulgación de unas leyes que respetaban tanto por interés como por obligación”.  (Gibbon. “Historia de la decadencia y caída del imperio romano”).

 

“Estamos en la época grave e inquieta, período de gestación de una nueva verdad de la inteligencia humana  y hay, sin embargo, hombres necios y nulos que niegan lo presente y se pudren en el pequeño y nauseabundo charco de su trivialidad” (Zola. “Mis odios”).

 

 

No hablo de lo que llaman “la Europa de los mercaderes”. No hablo de ese constructo al que denominan “gobierno europeo”. No hablo de lo mucho que manda en la UE la señora Merkel. No hablo de ésos que se proclaman “euroescépticos”. No hablo de una Europa que, como la antigua Roma, se siente atrincherada y decadente y que, como en el poema de Kavafis, oye de continuo la amenaza de la venida de los bárbaros. No, no hablo de eso, sino de algo que tiene mucho mayor recorrido y que es necesario repensar y, con ello, rescatar. Hablo de esa vieja Europa que, a pesar de muchos y muy terribles pesares, hizo posible no sólo que se sentaran las bases de la ciencia y el pensamiento en Occidente, sino también su ulterior desarrollo, tantas y tantas veces atacado, tantas y tantas veces combatido.

Hablo de aquella Europa que, décadas atrás, estaba para nosotros tan cercana en la geografía y tan lejana en la historia. Hablo de aquella Europa a la que emigraron tantos españoles en los años de posguerra, de la que siempre venían contando que nos llevaba decenas de años de adelanto. Hablo también de aquella Europa con la que soñaron pensadores y científicos españoles para que nuestro país se pusiera a la orteguiana altura de los tiempos.

Hablo de aquella Europa que supo sobreponerse a los horrores de las horrendas barbaries que se sufrieron en el siglo XX. De aquella Europa que, tras la 2ª Guerra Mundial, fue capaz de recuperarse en lo económico y en lo anímico, dando paso, en la mayor parte de las naciones del Continente, a un Estado del Bienestar que, a día de hoy, está yendo a menos de forma alarmante.

En estos tiempos oscuros y decadentes, la historia tiene que ser, al mismo tiempo, el asidero y la referencia para no perder de vista en ningún momento la potencialidad de la vieja Europa, que es mucho más que una Unión monetaria, la que en su día soñó Napoleón. Que es mucho más que una especie de Gobierno de Gobiernos donde las luchas son poco más que un cicatero reparto del pastel de turno. Que es mucho más que un Parlamento que, en el caso de los representantes españoles, más bien parece un retiro dorado de determinados políticos en lugar de una Cámara legislativa donde se dirimen cosas decisivas para nuestro país. Que, siguiendo con España, pasó de ser la solución que propugnaba Ortega en 1910 a convertirse en el pretexto cuando toca imponer medidas que recortan bienestar y derechos.

Repensar la vieja Europa de la que hablaba Napoleón, por la que hizo un largo recorrido Madame de Staël, huyendo precisamente de aquel emperador en el que Nietzsche quiso ver la reencarnación del mundo clásico. De aquel emperador al que Hegel definió como el espíritu de su tiempo a caballo. Repensarla e invocar su grandeza sin ignorar su miseria. Repensarla y establecer los paralelismos que hay entre el presente europeo y la Roma más decadente, no hallable para el peregrino que la buscase según versificó Quevedo.

Laberinto y encrucijada en el momento presente. Miserias y grandezas en el pasado. Por eso, lo que toca es repensarla y recuperarla, más allá de los politiqueos, con una altura de miras que se niegue a reparar en todos aquellos que desconocen la historia y que sólo tienen anteojeras para sus mezquindades y sordideces.

Porque la historia de Europa es un permanente hallazgo arqueológico a cuyo hondón sólo puede accederse con el bisturí del conocimiento y con la llave de la inteligencia.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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