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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Después del NO-DO

Tras tanta hagiografía cortesana, tras tanto panegírico mediático, tras tanto NO-DO, a resultas todo ello de la abdicación del todavía rey Juan Carlos I, acaso sea bienvenida la hora del análisis desde y para la libertad.

Dicho esto, al margen de las explicaciones ofrecidas acerca de las razones que llevaron a abdicar al nieto de Alfonso XIII, lo cierto es que hay datos muy esclarecedores. No cabe ninguna duda de que, en el actual Parlamento, el trámite de la sucesión en el trono se aprobará no sólo por la mayoría absoluta del PP, sino también porque el PSOE se sumará a ello, también UPyD, así como otras formaciones. Nada garantiza, sin embargo, que esa abrumadora mayoría vaya a repetirse en la próxima legislatura, teniendo en cuenta, entre otras cosas, que se desconoce la composición y el discurso de la venidera Ejecutiva socialista, partido históricamente republicano en el que sus Juventudes abogan por el referéndum y en el que hay voces que plantean lo mismo. Así las cosas, a día de hoy, parlamentariamente hablando, el proceso de sucesión se llevará a cabo de una forma muy cómoda.

Por otra parte, hablamos de un Rey al que no le es ajena la creciente desafección ciudadana hacia la vida pública y que se encuentra muy lejos de contar con la popularidad y aceptación con la que tuvo a lo largo de muchos años.

Sumemos a ello otro factor nada baladí: el llamado conflicto territorial se encuentra en un callejón sin salida, en el que sólo cabe el diálogo y, con ello, la reforma de la Constitución. En tal sentido, no es en modo alguno descartable que se pretenda reconducir el problema desde arriba con la esperanza de que el actual heredero de la Corona impulse las vías de diálogo, que, oficialmente, están muertas.

En una palabra, las circunstancias, para la propia salvaguardia de la institución monárquica, parecen propiciar la decisión adoptada.

Dicho todo ello, se abre, políticamente hablando, el horizonte republicano. Se abre, digo, ante la posibilidad de que se convoque un referéndum sobre la forma de Gobierno, aspiración que, democráticamente hablando, tiene toda la legitimidad del mundo, máxime si se tiene en cuenta que el referéndum convocado en su día sobre la Constitución del 78 no dio a elegir entre Monarquía y República. La primera iba incluida en el lote.

Y es que, en la misma jornada en que la práctica totalidad de los medios audiovisuales desplegaban su NO-DO, al final de la tarde, fueron muchas las concentraciones republicanas en distintas ciudades españolas, sobresaliendo la que tuvo lugar en la madrileña Puerta del Sol, con todas sus invocaciones y connotaciones.

Después del NO-DO, conviene aproximarse en lo posible a la objetividad y al rigor. No tiene por qué seguir siendo tabú recordar que el Rey que acaba de abdicar fue nombrado sucesor por Franco. No tiene por qué ser tabú insistir, como dije más arriba, en que al pueblo español no se le dio la oportunidad de pronunciarse sobre la forma de Gobierno, y que tal negativa no tiene que perpetuarse. No tiene por qué ser tabú poner de relieve que, desde el 82 a esta parte, uno de los apoyos más consistentes de la institución monárquica fue, al igual que en la primera Restauración borbónica, el bipartidismo, que, a día de hoy, se tambalea. No tiene por qué ser tabú preguntarse por qué se valora tan positivamente la supuesta buena preparación del Príncipe en un país en el que no pequeña parte de la juventud universitaria más cualificada tiene que buscar trabajo y destino fuera de nuestras fronteras. No tiene por qué ser tabú poner sobre el tapete que en el debate público cabe discutir a fondo sobre la forma de Gobierno, aportando al respecto no sólo argumentos ad hoc, sino también la recuperación histórica de un legado, el republicano, que se vio obligado a peregrinar y que fue sepultado en el ostracismo durante décadas.

La opción republicana con su virtuosismo y su virtualidad está ahí. Y es un debate que ningún NO-DO puede hurtar. Sólo con que se discuta sin prejuicios ni anteojeras, desde una libertad plena, la convivencia democrática mejorará enormemente su salud, hoy tan debilitada por corruptelas que tanto salpican, corruptelas con sus vasos comunicantes tan nocivos.

Después del NO-DO, la sucesión llega en el momento en que el actual sistema político, como hace cien años, agoniza, en el que el actual sistema tanto y tanto recuerda a lo que Ortega llamó hace cien años «vieja política».

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Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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