Verá, señor presidente, leyendo en EL COMERCIO sus últimas declaraciones acerca de la visión política que usted transmite sobre la Asturias actual, uno empieza por sentir asombro y termina con cierta hilaridad. Comienza usted afirmando que hay dos partidos de derechas. Lo cierto es que nunca se nos hubiera ocurrido. De paso, le recuerda a IU que sus propuestas presupuestarias no encontrarán apoyo en otros grupos del Parlamento, tal y como sucedió el pasado año. Y, a la hora de ocuparse de una de sus bestias negras, es decir, de Podemos, entra en una dialéctica de lo simple y de lo complejo que, se lo digo con todo el respeto, resulta descacharrante. Me pregunto si, para semejantes aseveraciones de lo simple y de lo complejo, de las ideas simples e ideas complejas, tiene como fuente al filósofo Hume. Seguro que al respecto sabe mucho don Jesús Gutiérrez, todo un empirista en materia política.

Seamos serios, don Javier. Usted se declara de izquierdas en tanto se manifiesta un político que lucha contra la desigualdad. ¿Sería usted capaz de citar qué medidas políticas de su Gobierno se pueden y se deben considerar de izquierdas? ¿Es de izquierdas acaso aceptar que sobren docentes y personal sanitario y que no sobren políticos? ¿Es de izquierdas acaso no sólo mirar hacia otro lado, sino también y en más de un caso, haber apoyado políticas caciquiles de alcaldes del PSOE en el occidente de Asturias? ¿Es estar contra la desigualdad no haberse pronunciado en contra de que, según la autonomía donde se resida, no se tributen los mismos impuestos ni se perciban los mismos salarios? Y conste que el arriba firmante es partidario de que se tributen las herencias, pero no se puede aceptar que aquí la ley obligue a ello y no en otras comunidades autónomas. ¿Piensa usted plantear eso con el mismo ahínco que su rechazo al nacionalismo catalán?

¡Ay, don Javier! Le aseguro que es agotador tener que repetir que ser de izquierdas no es una cuestión de siglas, sino de políticas. Y las de su Gobierno no se justifican como tales.

Y, en cuanto a su obsesión con Podemos, se despacha usted con su empeño en no rehuir la complejidad. Maravilloso. Desde luego, hay cabos sueltos en la formación política que lidera don Pablo Iglesias. Cabos sueltos y no pocos interrogantes. Ahora bien, todos ustedes, o sea, los partidos tradicionales y, especialmente, el bipartidismo, les han puesto en bandeja que hablen de ‘casta’ en el sentido de que gozan de unos privilegios que el resto de la ciudadanía no tiene. ¿Hace falta recordarle que necesitan cotizar menos años, que los expresidentes no tienen que renunciar a sus generosas pensiones por formar parte de consejos de administración de grandes empresas? ¿Hace falta recordarle que muchos profesionales de la política cobran por más de un cargo? ¿Hace falta recordarle el significado que tiene para la ciudadanía la existencia de canonjías como las disfrutadas por Ruiz-Gallardón y Leguina? ¿Todo esto es complejidad o son simplemente atropellos?

Y, volviendo a Asturias, don Javier. ¿Son de izquierdas las políticas medioambientales que siguen? ¿Es de izquierdas el sistema educativo del PSOE con su pacto con la enseñanza concertada y con la presencia de la religión católica en la escuela pública?

¿Contra qué desigualdades combate usted? ¿Cuál es su idea del PSOE? ¿Llega a considerarse, no ya socialista, sino socialdemócrata? Y, si es así, ¿con qué argumentos lo justificaría?

Escudarse en no se sabe bien qué complejidad para combatir a Podemos sólo puede entenderse como las fatales consecuencias de creerse ciertos mensajes con los que determinados corifeos de aduladores le regalan los oídos.