“Tres grupos se nos aparecen de esta nueva casta de españoles, tres grupos entonces, a los que siempre se les deberá reconocimiento por su rebeldía y por su búsqueda de una más firme y más feliz España; tres grupos de raíz y pretensiones diversas, de resultados y sino distintos, pero coincidentes en aquellas décadas en estar en pie de guerra contra la falsa España, contra la máscara de la España viviente y verdadera. Son estos tres grupos el Partido Socialista fundado por Pablo Iglesias, la Institución Libre de Enseñanza y la llamada Generación del 98’. María Zambrano.
Leyendo el excelente artículo de Leopoldo Tolivar Alas publicado en EL COMERCIO el 10 de octubre, donde hacía una emotiva y justa semblanza de Cándido Riesgo a los diez años de su muerte, no me pudo pasar inadvertido que en esa misma fecha se produjo el 175 aniversario del nacimiento de Francisco Giner de los Ríos, a quien nuestro común amigo tanto y tanto admiraba.
Y es que Cándido García Riesgo tenía totalmente asumido el legado institucionista que formó parte del discurso del PSOE durante gran parte de su historia. Cándido era de aquellos socialistas para quienes el saber no sólo resultaba irrenunciable, sino que constituía además un instrumento de emancipación social al que un partido que se reclamase de izquierdas no podía renunciar nunca. Hasta tal extremo estuvieron vinculados el institucionismo de Giner y el PSOE que Pío Baroja escribió al respecto esto que sigue: «Pablo Iglesias era un doctrinario, un hombre con espíritu de profesor. No sé si tenía relaciones con los de la Institución Libre de Enseñanza, pero, quitando algunas violencias de palabra, obligadas por su posición de tribuno popular, era muy parecido a ellos».
El hecho de que coincidan el 175 aniversario del nacimiento de Giner de los Ríos con la publicación del artículo de Leopoldo Tolivar dedicado a Cándido García Riesgo resulta de lo más ilustrativo para lanzar una especie de SOS ante una izquierda desmemoriada que debe ser digna del legado recibido no sólo por cobijarse bajo las mismas siglas.
Recordando a Cándido Riesgo, sus afanes y desvelos, no podemos dejar de preguntarnos cómo es posible que no haya voces que se dejen oír en el PSOE reivindicando el saber y el conocimiento, apostando por la Escuela Pública con algo más que retórica, apoyando al profesorado en sus tareas y huyendo de la demagogia en contra del esfuerzo que supone todo aprendizaje, valorando con equidad la tarea docente, dignificando una profesión a la que denigraron las leyes educativas socialistas, que convirtieron al docente en el muñeco de pimpampum, indefenso muchas veces a la hora de desarrollar su trabajo.
¿De verdad puede sostenerse un discurso de izquierdas sin conceder importancia a lo que el saber supone y significa? ¿Puede renunciar la izquierda a algo así?
Por eso, recordar a Cándido Riesgo no sólo es un acto de justicia por su integridad moral, que cada vez flaquea más en nuestra vida pública, sino que además resulta imprescindible en la medida en que representaba, además de otras cosas, esto de lo que venimos hablando y que lo vincula tanto al institucionismo en el que se fraguó nada menos que nuestra Edad de Plata.
En un momento como este, con la ética pisoteada en nuestra vida pública, con una corrupción generalizada que salpica a los grandes partidos de este país, es obligado levantar la vista y dar el puñetazo en la mesa. Levantar la vista apostando por la excelencia y dar el puñetazo en la mesa contra las patrañas y las traiciones.
Diez años sin Cándido Riesgo. Diez años en los que su partido sufrió el bluf que significó Zapatero. Tras ellos, y a resultas de aquella desastrosa etapa, volvió la derechona más envalentonada que nunca, recortando derechos, privatizando, planteando medidas retrógradas y reaccionarias.
Frente a ello, el PSOE sólo puede hacerse fuerte regenerándose y recuperando el legado de una apuesta por el conocimiento y la formación, haciendo de la Enseñanza Pública el principal baluarte de reconstrucción no sólo de su propio discurso, sino también de este país que se merece un partido socialista digno, con altura de miras y aliado con la inteligencia.
¿Alguien tomará nota de lo que Cándido Riesgo representó en el socialismo de esta Asturias que acaba de sufrir con el ‘affaire’ de maese Villa el mayor mazazo desde la sacrosanta transición a esta parte?