En efecto, es pertinente hablar de la semana del mazazo en la que salta por los aires no sólo la imagen de una trayectoria personal que, en el mejor de los casos, siempre generó reservas más que fundadas, sino también una larga etapa de nuestra política llariega en la que la figura de Villa fue omnipresente y, por tanto, de obligada referencia.
Semana del mazazo astur. Larga e interminable la noche en la que el diario “El País” daba noticia en portada acerca del dinero de Villa en Suiza. Tensa mañana hasta que el Presidente de Asturias compareció manifestando su decisión de suspender la militancia en el PSOE del que fuera su gran mentor político. Se cumplió el guion de lo que cabía esperar.
Semana del mazazo astur en la que se puso clara y crudamente de manifiesto que la podredumbre en la vida pública asturiana no es ni mucho menos anecdótica ni tampoco se emplaza llamativamente en un solo partido.
Semana del mazazo astur en la que se puso de relieve que la persona con mayor protagonismo político y sindical en Asturias desde la transición a esta parte se vino comportando de forma muy distinta a la que exhibía en sus discursos. Con ello, no sólo se enfangaba su figura, sino también toda una etapa política de más de treinta años.
Resulta ya innegable que durante la mencionada etapa no sólo se sufrió en Asturias el incremento continuo del aislamiento y la decadencia, sino también una manera de hacer política que generó este lodazal de todo punto insoslayable.
Pero, ante todo, no perdamos de vista que el pujolazo o la pujalada de Villa no se cierra sólo por haber sido fulminantemente apartado de su partido y de su sindicato. El asunto tiene un recorrido mucho más amplio. Porque, entre los que ahora se escandalizan haciendo obscena exhibición de su dignidad, son muchos los que, políticamente, se lo deben casi todo a este hombre, en los últimos tiempos silente. Y también están quienes, a juzgar por la actitud que adoptan, parecían muy ajenos a lo que Villa podría haber estado haciendo para amasar esa fortuna oculta. Y es que –perdón por la obviedad– en política, la falta de perspicacia, por decirlo de la más manera más suave, no es una virtud de la que vanagloriarse.
El busilis de todo esto está, en primer término, en conocer de dónde salió esa fortuna oculta hecha pública por el diario madrileño. Porque, insisto, en el más ingenuo de los supuestos, hubo instituciones políticas cuyos responsables no se percataron de lo que en verdad estaba ocurriendo, de lo que se hacía con los fondos mineros, o con las ayudas europeas al carbón, o con las obras que se ejecutaron con los susodichos dineros.
Y es que, miren ustedes, el verdadero terremoto político está por llegar: serán muchos los que tengan que dar explicaciones que justifiquen su clamorosa ausencia de vista y olfato. Y, desde luego, entre los tales es más que probable que habrá personas que continúan en la política activa desempeñando altas responsabilidades a día de hoy.
Sí, está por llegar ese terremoto, ese sacudón memorable tras el mazazo. Y cabe colegir que no tardará mucho en llegar esa zozobra que haga tambalearse tantas y tantas cosas, tantas y tantas casas sosegadas.
Toca esperar la liturgia del desmoronamiento.