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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

ANTE LAS RUINAS DE LA FÁBRICA DE LOZA DE SAN CLAUDIO

¿Cómo no estremecerse, dolerse y condolerse ante el magnífico reportaje que publica EL COMERCIO el 19 de octubre donde se muestran las ruinas externas e internas de la legendaria fábrica de loza de San Claudio que da cuenta de un tiempo de esplendor en Asturias? Se trata de uno de los muchos exponentes de la enorme potencialidad de esta tierra abandonados a su suerte. Se trata de la huida de todos aquellos que, pudiendo salvaguardar egregios ejemplos de una Asturias que estuvo en vanguardia, deciden que no quieren apostar por lo mejor de lo nuestro. Se trata de incurrir en una comparación histórica desoladora. A saber: a día de hoy, esa fábrica podría seguir siendo un referente asturiano en condiciones de competir con lo más puntero de su gremio.

Estoy convencido de que muchas de las personas que vieron y leyeron este reportaje rememoraron las piezas de loza de esta fábrica que formaron parte de sus vidas y que, en muchos casos, siguen decorando las vitrinas de los muebles del comedor de sus casas.

¿Tan difícil es caer en la cuenta de que muchas de las cosas de las que fuimos capaces hoy son historia y, lo que es aún mucho peor, ruina? ¿Tan difícil es asumir esto y, tras ello, retomar muchas de las apuestas que forman parte de lo mejor que hemos tenido?

Ante el aspecto ruinoso que presenta la antigua fábrica de San Claudio, ante la inactividad que la consume y destroza, se hace necesario ir más allá de lo que podría suponer un episodio triste, pero aislado, porque esto se enmarca en un proceso continuo de abandono y dejadez que venimos sufriendo desde Dios sabe cuántas décadas.

Alguien puso en práctica lo de ‘toma el dinero y corre’, o sea, la subvención. En este sentido, ¿cómo podríamos explicarnos que en aquellos años de vino y rosas, de dispendios y despilfarros, no haya sido posible una solución para hacer esta fábrica rentable, para respaldar una apuesta que garantizase el futuro de esta fábrica, un futuro que, como venimos diciendo, plasmaría esplendores pasados que todos podríamos hacer nuestros?

Ya hemos pasado de la arqueología industrial a la ruina, a la ruina noventayochista que tanto morbo y tan buena literatura le proporcionó a Azorín.

¿Por qué no hemos podido conservar aquí lo que en otros sitios se mima y se cuida con tanto esmero como eficacia? ¿Por qué nos desentendemos de tantas cosas? ¿Por qué hemos caído en un marasmo que sólo cosecha ruina y melancolía?

No estaría mal saborear un café o un té en una de las tazas de la fábrica de loza de San Claudio. Puede que el continente resultase tan evocador como la magdalena de Proust. Puede que ayudase a despertarnos del letargo y a luchar por convertir al menos en rescoldos humeantes las cenizas y ruinas de antiguos y egregios esplendores.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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