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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Ese coche bomba

El viernes día 19 de diciembre la mañana madrileña estaba intensamente luminosa. Yo iba camino del Círculo de Bellas Artes disfrutando de aquella claridad. Un grupo de manifestantes de distintos sindicatos hacían sonar sus consignas. Al pasar enfrente de la antigua sede del Ministerio de la Guerra no pude no recordar las muchas referencias de Azaña a su estancia allí en los tiempos de la República. Recibo una llamada de mi amigo Manuel Neila. Me hace saber que, a resultas del atentado en la sede del PP, llegará a nuestra cita más tarde de lo previsto. Madrid de claridades en su geografía y de tinieblas en muchos de los lances históricamente sufridos.

A lo largo del día, voy recabando información al respecto. Pero, ante todo, me cuesta entender la ceguera voluntaria de muchos ante lo ocurrido.

Y es que, ante un hecho como éste, hay que ir más allá de los preámbulos en los que todos estamos de acuerdo, es decir, sentado que todo atentado violento es condenable, sentado que un episodio como el del viernes es muy preocupante, el análisis de lo ocurrido no debe quedarse ahí y es obligado, al menos, entrar en la situación que vive el país.

Miren, es un clásico soslayar la responsabilidad individual en muchos de nuestros fracasos, fabricándonos culpables, más aún si se trata de una personalidad bipolar como es el caso, según se viene informando.

Dicho esto, no cabe otra cosa que insertar lo ocurrido en toda una dinámica de la desesperación que, tal y como acaba de suceder, puede llevar a ciudadanos como el del coche bomba artesanal del viernes a acciones tan tremendas y tremebundas.

Miren, no hace falta una fuerte carga de profundidad analítica ni tampoco un ingenio admirable para caer en la cuenta de que, más allá del aspecto meramente individual, lo que hay es la fiebre que refleja un estado de desesperación para cuyo entendimiento no hace falta leerse el libro de Kierkegaard que tiene por título ‘Tratado de la desesperación’. Aquí, apenas hay lugar para metafísicas existenciales, sino más bien para muchos dramas individuales que cada día, digan lo que digan, van en aumento a resultas de un empobrecimiento tan injusto como escandaloso, a resultas de una falta de sensibilidad por quienes dicen ser nuestros representantes que indigna y abochorna.

Historia de un perdedor que, desde la soledad de su casa, fabrica un artefacto explosivo, siguiendo instrucciones virtuales. Historia de un perdedor que se niega a abandonar la vida sin estridencia, que quiere irse dejando tras de sí ruidos y furias.

Sociedad enferma, enfermedades que tienen parte de su casuística en la desesperación. Sociedad enferma que no lleva con resignación los privilegios de los políticos y sus corruptelas. Sociedad enferma envilecida y envenenada.

¿De verdad se puede despachar lo sucedido el viernes 19 de noviembre en Madrid con prolegómenos y topicazos?

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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