No es que el equipo se haya relajado en una especie de Nirvana al saberse, cálculos matemáticos al margen, campeón del grupo. Se trata de muy distinta cosa: se diría que es imposible concentrar toda la atención en los últimos encuentros, cuando el túnel ya está abierto, cuando se vislumbra el escenario que será decisivo y definitivo. Esto es, el ‘play off ’. Se diría que en muchos lances del partido de ayer faltó un segundo de tiempo y un milímetro de espacio tanto para sacar mayor rendimiento a no pequeño número de jugadas, y también para evitar ataques del rival que podrían llevar peligro, tal y como ocurrió.

Cansina prolongación: Borja Valle lleva unos cuantos partidos sin ser el jugador decisivo de otras veces. A Linares le falta un no sé qué de serenidad. Font no inventa con tanta lucidez pases que definen un encuentro. Dioni lleva varias semanas sin encontrarse con el gol, si bien es verdad que ayer lo tuvo muy cerca en más de una ocasión. Y, cuando Sergio García se prodiga en sus arrancadas en general tan efectivas, suele, que dirían en mi pueblo, ‘empatonarse’ malogrando el destino de sus galopadas.

La solidez del equipo en el partido la tuvo toda Esteban. En él, no hay, por fortuna, atisbo alguno de imprecisiones. Alguien tan querido por la afición como Omgba está más fallón que nunca. Y, por otro lado, frente al Astorga hubo algo muy atípico a partir del momento en el que salió al campo Redondo: Bautista y Manu en la banda izquierda, acaso demasiado juntos, acaso sin entenderse para desdoblarse y ser letales.

No debe cundir la alarma por la falta de frescura, por lo mucho que se resiste el gol, así como por errores que dan lugar a jugadas que nos meten el miedo en el cuerpo: todo ello, quiero creer, obedece a que llama a la puerta el ‘play off.

1. 

2. El Oviedo y sus desatinos de estos últimos lances deben y pueden explicarse porque la hora decisiva reclama su atención, y lo que ello absorbe se paga en estos partidos que, en el mejor de los casos, son puro resultadismo. Pero la magia y el entusiasmo no están nada lejos ni hacia atrás ni tampoco hacia adelante.

   ¡Hala, Oviedo!