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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Viga azul: Sabemos (y estamos)

No sólo podemos, además, estamos y sabemos. En el partido ante el Lugo se demostró que el ascenso no fue un espejismo y que este equipo tiene oficio suficiente para remontar, por partida doble, un resultado adverso. Pues eso: sabemos y estamos, porque el Real Oviedo de la tarde de ayer creyó siempre en sí mismo, incluso y sobre todo, tras ‘la pájara’ defensiva que facilitó el primer gol al club lucense.

Llegaría una jugada a balón parado que fue culminada con elegancia por Vila. Con elegancia y con agonía por la mansedumbre con la que el balón traspasó la línea de gol. No sólo se corrigió, momentáneamente, el resultado, sino que además –lo que no fue menos importante- quedó patente que la eficacia del Oviedo a balón parado sigue viva.

Vila se desquitó, con un gol admirable estéticamente, del despiste que permitió al jugador del Lugo tener un pasillo expedito al tanto que puso al equipo visitante el encuentro a su favor. Tras el percance, se sacó garra y valor, pero también calidad. Y, claro, llegó el empate. El balón al palo de la primera parte hubiera supuesto que el marcador diese la vuelta, si bien es cierto que, antes del descanso, Esteban tuvo una intervención providencial.

Dos fases en la segunda parte claramente diferenciadas, antes y después de salir Borja Valle, que nos dio empuje y también ambición. Pero hubo que pasar a contracorriente el Rubicón cuando el equipo gallego se volvió a adelantar en el marcador. Entonces llegó Linares, que intervino defensivamente de manera oportuna muy poco antes de transformar su gol que levantó todos los clamores que la ocasión merecía.

Una buena segunda parte. Fases aisladas del choque que dan lugar a la esperanza. Muchos destellos de calidad por parte de Hervías. Inconmensurable la entrega, el entusiasmo y el esfuerzo de Linares. Muy seguros, David Fernández y Borja. Acaso los nuevos laterales acusaron falta de rodaje. Y no quedó meridianamente claro que Vila rinda más como medio centro.

Primer partido de liga al que se llegó con número de abonados que no defrauda a los más optimistas. Primer encuentro del campeonato en el que se mostró una vez más la pasión, sobradamente merecida, que el oviedismo siente por Cervero, que no estuvo muy lejos de conseguir un gol que hubiera provocado una auténtica apoteosis en el Tartiere.

No sería prudente ni razonable incurrir en la euforia, pero el equipo puede ir a más y se puede dar por seguro que la temporada que acaba de empezar dará satisfacciones a la sufrida y heroica afición azul.

Entre las cosas a tener en cuenta, está la necesidad de aumentar la solvencia y seguridad en la defensa. Hay que evitar que en algún lance de los partidos nos sobrecoja la angustia por la vulnerabilidad atrás.

Sabemos y estamos. Precisamente por eso, es irrenunciable juramentarse contra las pájaras en la defensa. Hay que alejar los demonios que tanto nos torturaron durante los largos años que estuvimos en el pozo fuera de la liga profesional. Se hace necesario despertar de la pesadilla con orgullo y oficio, orgullo y oficio, que ayer se asomaron.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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