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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Ciudadanos frente al PP

“El partido se compone en su inmensa mayoría de gentes que no son otra cosa que miembros del partido. El partido no vive de ellos, ellos viven del partido. He aquí lo que es el partido: un recinto donde los últimos representantes de la España vieja se hacen fuertes contra la nueva opinión pública”. (Ortega y Gasset. “Vieja y nueva política”).

 

A juzgar por lo que dicen las últimas encuestas, más o menos precocinadas, el partido político liderado por el señor Rivera, que aún saborea con delectación morosa los buenos resultados que obtuvo en Cataluña, no sólo está en auge, sino que además amenaza con arrebatarle al PP la primacía del voto conservador, suponiendo, creo que erróneamente, que el PSOE no sea, en determinados aspectos,  tan conservador, o incluso más, que el PP, pero éste sería otro debate. Lo que cabe preguntarse es si, en el caso de que este ascenso casi meteórico se confirmase, ello supondría un cambio de calado en la situación política española.

Una vez más, conviene recordar que, entre las muchas cosas atípicas de nuestra democracia, la derecha española viene estando  hasta el momento liderada por un partido político fundado (y refundado) por un ex ministro de Franco. Desde luego, esto no sucede en Europa. Ni en Francia la derecha hegemónica siguió a Petain, ni en Alemania a Hitler, ni en Italia a Mussolini. Tales fenómenos hubieran sido históricamente impensables en los países nombrados. Pero no así en España.

Así pues, de entrada sería saludable que en nuestro país, por vez primera desde la transición, el conservadurismo no estuviese encabezado por un partido político vinculado, al menos en sus orígenes, a una de las dictaduras más largas y cruentas que en el siglo XX han sido. Y, por otra parte, el PP se vino ganando a pulso un descrédito más que merecido por los escándalos de corrupción, así como por la torpeza de Rajoy en el problema catalán, sin perder de vista tampoco los bandazos e incumplimientos del actual Gobierno en todo lo que va de una Legislatura que ya se está agotando.

Por supuesto que, a estas alturas, cabe tener reservas ante cualquier partido, y, en este sentido, las trayectorias, a veces erráticas y atrabiliarias, de algunos de los dirigentes de Ciudadanos no invitan al optimismo, en el sentido de que esta vez nos encontraríamos ante un partido político que estaría verdaderamente dispuesto a cambiar muchos de los hábitos nocivos de nuestra vida pública actual.

En cualquier caso, lo cierto es que la formación política a cuyo frente se encuentra el señor Rivera, está recibiendo furibundos ataques por parte de la izquierda, también de la izquierda que no lo es sólo en sus siglas como el PSOE, y, desde luego, recibe varapalos tremendos del PP, que teme perder su hegemonía como partido conservador en España.

En cuanto a los primeros, es decir, a los ataques desde la izquierda, muchos de ellos bien razonados, no hay que perder de vista la perogrullada que sigue: en la sociedad española existe el conservadurismo y siempre habrá formaciones políticas que canalicen esa realidad. Y, en cuanto a los segundos, esto es, a las dentelladas retóricas por parte de destacados miembros del PP, no son más que la confirmación de un miedo a perder los privilegios de su vieja y alcanforada política.

Por otra parte, de consolidarse, como parece que va ser el caso, el partido político del que venimos hablando, hay algo que, de entrada, podría ser muy saludable, y es que, como ya escribí en otra ocasión, haya una propuesta para toda España desde una formación política surgida en Cataluña. En este sentido, vendría bien, si no fuera por el analfabetismo histórico de muchos de nuestros políticos y tertulianos, recordar lo que en su momento significó la Lliga de Cambó. Lo particularidad del caso consiste, entre otras cosas, en que la principal apuesta de Ciudadanos es recomponer la estructura territorial del Estado frente a los discursos nacionalistas, especialmente, el de la propia Cataluña, aspecto que, sin duda, comporta sus riesgos y que también tiene su lógica.

Sea como sea, de confirmarse el ascenso y auge de Ciudadanos, les quedaría un desafío nada fácil, partiendo de un lapidario aserto que Azaña escribió, precisamente en su más que injusta e injustificada detención en Cataluña en 1934: “Lo más difícil de administrar es una victoria política”.

Y, para lo que aquí nos trae, administrar esa victoria política que las encuestas anuncian consistiría –velis nolis- en demostrar con hechos que no son “vieja política”, que nada tienen que ver con lo peor del PP, incluido su componente franquista.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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