El momento no pudo elegirlo mejor Gabino de Lorenzo para anunciar su despedida, o, en todo caso, para dejar claramente de manifiesto que su adiós a la vida pública puede estar muy próximo. En efecto, un día de lluvia, regentiano, también de otoño, un día de la Hispanidad. Tocaba hacer balance, su balance. La delincuencia en Asturias es muy baja comparada con el resto del país. Y, por si todo ello fuera poco, la conflictividad laboral ya no genera disturbios como los que tuvieron lugar en el verano de 2012. Vivimos en una especie de balneario en lo que a la realidad social se refiere. Y el principal responsable político en la materia se siente muy honrado al proclamarlo en una jornada marcada por la solemnidad. Al ex alcalde de Oviedo sólo le faltó recitar la marcha triunfal de Rubén Darío. Pero, para ello, haría falta que la conociese. La perfección puede bordearse, pero lo sublime exige aún más. ¡Qué le vamos a hacer!

Con todo, no deja de ser llamativo que se haya tomado la licencia de hacer alusiones, más o menos veladas, a algunas personas invitadas que se ausentaron, entre ellos, el actual alcalde de Oviedo, que, según parece, delegó en el edil de Seguridad Ciudadana. ¡Qué grande es Gabino, señoras y señores! Porque, si de ausencias hablamos, el ex regidor de Vetusta batió el récord de ausencias en los plenos en sus últimos mandatos. ¡Memoria frágil la suya!

Por otra parte, no parecíamos estar ante el Gabino de siempre. Fue un discurso sobrio en la letra y en la música. Y parecía tener muy claro que los cambios y los relevos llaman a la puerta, incluso generacionalmente. Diríamos que hemos asistido a un anticipo de la despedida de uno de los dirigentes más veteranos de nuestra vida pública.

Obviamente, no está claro que el PP vaya a seguir gobernando tras las elecciones de diciembre. Y, aun en ese supuesto que no parece nada fácil, tampoco habría que dar por sentado que se decidiese que Gabino continuara en su cargo, ello en el supuesto de que el actual delegado del Gobierno estuviese dispuesto a ello. Y, por otro lado, también parece descartable un regreso de De Lorenzo a la política local dentro de cuatro años.

Lo cierto es que no deja de ser llamativo que coincida el cambio que se aproxima en la política española con la más que probable despedida de Gabino de Lorenzo de la vida pública asturiana.

Tiempo habrá de ocuparse de su trayectoria política, de amplio recorrido en el tiempo, en la que no sólo destaca su larga etapa como alcalde de Oviedo, sino también el papel importante que desempeñó en el PP astur. Tiempo habrá de analizar su espantada de la Alcaldía cuando perdió la mayoría absoluta, con la irrupción de Foro Asturias, y, a resultas de ello, abandonó el sillón de primer edil de Oviedo sin poder llevar a cabo aquel delirante proyecto en la calle de Uría y sin haber dejado resuelto el asunto de ‘Villa Magdalena’, por no hablar también de la oxidada ruina del Calatrava.

Gabino de Lorenzo, amante de la zarzuela más castiza, entusiasta del pasodoble; el personaje que en su día utilizó la boina como reclamo electoral cuando encabezó la lista del PP asturiano al Parlamento español, al tiempo que declaraba poder dirigir el Ayuntamiento a través del teléfono móvil; el dirigente conservador que hizo del chiste fácil costumbre intuye que su presencia en la política llariega no augura un largo recorrido.

Y lo más gracioso de todo es que pasa lista, precisamente él, que, como antes dijimos, lo extraordinario y lo novedoso era verlo presidir los plenos en el Ayuntamiento.

¿Se irá a ritmo de pasodoble? ¿O lo hará deleitándonos con un numerito de zarzuela?

Gabino de Lorenzo, el castizo mayor de Vetusta.