En esta Asturias en la que Cascos sale a la palestra, criticando al PSOE y a Ciudadanos por no haber apoyado la gran coalición que pedía, sin ganas, Rajoy, el mismo Cascos que, hasta haberse pasado con armas y bagajes al PP, consideraba que el Ejecutivo de don Mariano era pernicioso para nuestra tierra, la fotografía publicada por EL COMERCIO en la que la regidora gijonesa denunciaba lo que está pasando con los vertidos arrojados al mar constituye, sin duda, un punto de partida para comprender lo que nos está sucediendo. Es más, me atrevería a decir que es casi un acta notarial del momento, confuso y frustrante, que estamos viviendo.
Y es que, tan pronto se produjo el susodicho SOS de la alcaldesa de la villa de Jovellanos, llega la principal responsable de la política medioambiental de Asturias y tiene el suficiente cuajo para demandar menos postureo a doña Carmen Moriyón. ¡Increíble!
Hablamos de la consejera que tiene sin saneamiento los pueblos del bajo Narcea que discurren por el concejo de Salas. Hablamos de la consejera que viene mostrando una laxitud de criterio llamativa con respecto a los vertidos a ese mismo río que en su momento llevaron a Confederación Hidrográfica a imponer sanciones. Hablamos de la consejera que despliega sin cesar adverbios de modo y palabrería huera. Hablamos de la consejera que no resolvió grandes problemas ni en materia medioambiental ni tampoco en lo que toca a conocidas infraestructuras muy cercanas a Gijón.
Ciudadana Moriyón. Para esa izquierda de siglas que tenemos en Asturias, la alcaldesa de Gijón es la extrema derecha, ello a pesar de haberse desmarcado del último bandazo que dio Cascos. Hablo de la misma izquierda de siglas que, en la ciudad de Jovellanos, tuvo como líder al señor Martínez Argüelles, vicepresidente de Cajastur que apoyó los cambios que se produjeron en la entidad que la encaminaron al momento actual, en el que plantean una traumática reducción del número de trabajadores. Defender aquello era de izquierdas. Plantarse ante un desastre medioambiental es de extrema derecha. ¡Madre mía!
En esta Asturias que vive la resaca de los sobrecostes en El Musel, de las historias del Niemeyer, de las hipotecas de Gabino de Lorenzo, de la fortuna oculta de Villa, de las trapisondas del ‘caso Pokemon’, y así sucesivamente, la ciudadana Moriyón sale a la palestra ante los vertidos al mar, como en su momento lo hizo a resultas de las nubes de carbón. Pero la extrema derecha es ella.
En esta Asturias, que nada pinta en Madrid, hasta el extremo de que fue en el ámbito capitalino donde se dio luz verde al pacto electoral entre Podemos e IU, cuando en nuestra tierra, en nada confluyen ni convergen, pues, mientras la formación morada hace frente al PSOE, el grupo que lidera Llamazares constituye el principal apoyo de una FSA que no alcanza ni siquiera un tercio del Parlamento autonómico. Hecho diferencial astur: mientras son el PSOE e IU lo que confluyen en la política llariega frente a Podemos, resulta que se configura una candidatura donde estas dos formaciones van juntas. Es la bipolaridad, desquiciante, entre Madrid y Asturias.
Ciudadana Moriyón. Al situarse fuera del pacto entre PP y Foro, su gobierno municipal es una isla política. Al no tener que pedir permiso a Madrid para expresar sus inquietudes, lleva camino de convertirse en la excepción dentro de una Asturias orillada en el ámbito estatal y arruinada internamente. Ciudadana Moriyón, la voz y el eco entre tanta y tanta falacia, entre tanto y tanto ninguneo.