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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

La soledad de Javier Fernández

Javier Fernández, que llegó a presidir el Gobierno de Asturias en 2012, tras las elecciones anticipadas que convocó Cascos. El mismo Javier Fernández que, contando solo con menos de un tercio del Parlamento, gobierna Asturias en la actual legislatura autonómica gracias al apoyo de IU. Un presidente que hace del inmovilismo su día a día al frente del Ejecutivo llariego. Un presidente que, llegado el caso, enuncia determinados problemas sin comprometerse ni siquiera a concretar con qué medidas piensa resolverlos. Un líder autonómico que, a veces, parece estar más obsesionado con el problema catalán que con la gobernabilidad de Asturias.

Hay quienes hablan de un presidente triste. Pero eso, a mi juicio, no es relevante, ni siquiera llamativo. Ciertamente, a poco que se siga la vida pública asturiana, se ve que se nuestro presidente parece instalado en una especie de malestar permanente, en una gesticulación más agria que ácida, en una ausencia de ironía en sus intervenciones parlamentarias, en un empeño continuo en reclamarse como adalid de una gobernabilidad de izquierdas que, sin embargo, no se puede conjugar con sus políticas ortodoxas a la hora de haber aplicado los recortes que se vinieron produciendo en los últimos años.

Por otra parte, el propio Javier Fernández declaró sin ambigüedades que no volvería se ser candidato al Gobierno asturiano. A este respecto, me gustaría saber hasta qué punto es consciente de que, acaso llevado por la perniciosa tendencia de no tener a su lado a personas que pudieran hacerle sombra, dejará a la FSA no sólo sin proyecto para Asturias, sino también sin personas con discurso, valía, carisma y credibilidad.

Primero, presidente por accidente, cuando Cascos adelantó las elecciones. Después, presidente en minoría, incapaz de atraer a Podemos para que se incorpore a un Gobierno de Asturias donde la izquierda sea una apuesta y no sólo una mera cuestión de siglas, que ya no pueden enmascarar lo que es la vieja política.

Sus brindis al sol en los que dice estudiar cómo combatir el declive poblacional, en los que dice que esta tierra progresará con la famosa ‘ciudad astur’, en los que dice enderezar el rumbo de la decadencia de esta tierra, en los que asegura su compromiso con los servicios públicos, producen hastío creciente.

Y es que, más allá de esas muecas de continuo desagrado, más allá de su izquierdismo de siglas, lo que hay es un conservadurismo que le incapacita para entenderse con la nueva política, que le impide arbitrar medidas para la regeneración de la vida pública. Ahora no descarta, como mal menor, que el PSOE permita al PP gobernar España mediante la abstención, y eso puede ocasionarle que pierda la única muleta que tuvo hasta ahora en Asturias, la de Llamazares.

A partir de ahí, la soledad que le espera puede ser amarga y frustrante.

Veremos, don Javier, veremos.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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