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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

SOBRE ‘LAS TRECE ROSAS’ Y LA MEMORIA

«Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento» (Jacques Le Goff).

El 5 de agosto de 1939 fueron fusiladas estas trece mujeres a las que en muchos lugares de nuestro país se rinde homenaje. Hablamos de un tiempo en el que la represión era feroz y cruel. Hablamos de un país que, en aquella guerra, perdió lo mejor que tenía, bien camino del exilio, también interior, de la cárcel o del paredón. Hablamos de una memoria que no sólo se pretendió tergiversar y enmudecer durante la dictadura, sino que, incluso en el momento presente, hay quienes aducen que recordar aquellas cosas sólo puede obedecer al resentimiento y al rencor. Hablamos de un país que todavía tiene muchas cuentas pendientes con esa memoria que se pretendió sepultar.

¿Rencor? ¿Resentimiento? ¿Es que se va a negar el derecho, individual y colectivo, a recordar a quienes consideramos nuestros? ¿Es que se va a negar el derecho a homenajear a quienes, en muchos casos, forman parte de nuestros genes, a quienes representan un ejemplo a seguir para determinados ideales?

Y, cuando no se ponen por delante planteamientos que hablan del rencor o resentimiento, por no decir venganza, se arguye que ya es tiempo de reconciliación, que hay víctimas de la Guerra Civil en todo el espectro ideológico y que lo mejor es olvidar. ¿No se quiere caer en la cuenta, cuando se manifiestan estas cosas, de que el culto y el respeto a los antepasados es algo que se remonta al mismo origen de la humanidad y que recordar a determinadas personas es la única forma de dar sentido a sus luchas, a su afanes, a sus desvelos? Convendría reparar en estas palabras de Todorov, pertenecientes a su ensayo ‘Los abusos de la memoria’: «Los individuos y los grupos tienen el derecho de saber; y por tanto de conocer y dar a conocer su propia historia; no corresponde al poder central prohibírselo o permitírselo».

‘Las trece rosas’ y la memoria. ¿Es de recibo que, dependiendo de la adscripción ideológica de las víctimas de la Guerra Civil, haya habido quienes merecieron todo tipo de honores y martirologios, pero que, si se trata de personas de izquierdas, de personas que perdieron la guerra, su mera mención suponga resentimiento, venganza o rencor? ¿Alguien tuvo a bien pensar que la palabra ‘mártir’, semánticamente, remite a ‘testigo’? ¿Existe el derecho a negar a algunas personas el mero hecho de haber nacido, tal y como planteó en su momento una autoridad franquista a la hora de negar la presencia en el Registro Civil del político republicano Casares Quiroga?

Bendita memoria, bendita libertad. Que cada cual homenajee y recuerde a quien desee. Pero, por favor, en un Estado supuestamente democrático como el nuestro, ya es hora de que se haga frente con argumentos contra quienes pretenden silenciar las atrocidades de una de las dictaduras más largas del siglo XX.

Bendita memoria que nos hace conocer y rendir homenaje a unas mujeres que fueron víctimas del horror de una dictadura y que siempre serán recordadas por encarnar, en el sentido más trágico de la expresión, lo mejor de nosotros mismos, esto es, la lucha por la justicia y la libertad.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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