«La tristeza es causada por la inteligencia. Cuanto más comprendas ciertas cosas, más desearías no comprenderlas». (Bukowski).
Se oyen voces, llegan ecos. Por lo que se apunta, hay malestar en parte de la militancia de IU que no está muy conforme con la complacencia con el Gobierno de Javier Fernández que vino presidiendo la actitud del grupo parlamentario de la coalición en la Junta. Y es que, dejando al margen otras muchas consideraciones, se tiene la impresión de que la FSA gobierna Asturias como si contase con una mayoría absoluta de la que está muy lejos. Y es que, en las políticas seguidas hasta ahora por el Ejecutivo autonómico, no parece omnipresente la influencia de IU, su único apoyo, que amenaza con dejar de serlo.
A este respecto, la pregunta esencial que habría que hacerse en la coalición de izquierdas es si el Gobierno de Javier Fernández está siguiendo una política más social desde que recibió el apoyo de Llamazares. Por supuesto, según el juego que se hiciese con los datos, habría respuestas para todos los gustos. Pero tendría que ser la militancia de IU la que se pronunciase al respecto.
Don Gaspar prefirió apoyar al PSOE en lugar de unirse a Podemos a la hora de exigir cambios en las políticas a seguir. Los resultados están a la vista. Orviz no consiguió escaño en Madrid, a pesar de ir en la misma lista que Podemos. Y en la política oficial asturiana lo que predomina es la inercia, una inercia que va en el libro de estilo de don Javier.
Septiembre llama a la puerta y, si las cosas no cambian, seguiremos teniendo que soportar a doña Belén Fernández como principal autoridad llariega en materia urbanística y medioambiental. Además, es muy probable que no haya acuerdo presupuestario a tres bandas, salvo que don Javier se reinvente. Y, si en un acto de desesperación, nuestro actual presidente volviese a acordar un pacto presupuestario con el PP, don Gaspar tendría muy difícil seguir haciendo de muleta de nuestro profundo presidente.
En el mejor de los escenarios posibles para un cambio en el que las políticas de izquierdas fuesen algo más que siglas, Podemos e IU deberían alcanzar un acuerdo presupuestario, sometiéndolo a la consideración de don Javier. Ahí se vería, de un lado, hasta dónde estaría dispuesta la FSA a negociar en busca de unas políticas inequívocamente de izquierdas, abandonando inercias y marasmos, aceptando que aquí no sobrasen ni docentes ni profesionales de la sanidad, que aquí las políticas sociales van en serio y que la deriva en pro de seguir aumentando la desigualdad aquí no tendría sitio.
¿Se seguirá conformando don Gaspar con ser la comparsa de una izquierda de siglas, que hasta hace muy poco, en Asturias, se entendió tan bien con el PP?