“El estilo, como las uñas, es más fácil tenerlo brillante que limpio”. (Eugenio D’Ors).

Noche de San Lorenzo, con sus perseidas o lágrimas que llevan su nombre. Noche para disfrutar del espectáculo que el cielo anuncia, un cielo limpio, lo que es todo un acontecimiento en Asturias. Por estos lares del bajo Narcea, las luciérnagas hacen acto de presencia iluminando las piedras más bajas de los muros. Varios aviones nos sobrevuelan, dejando esa estela de fuego que da cuenta de la velocidad que llevan.

Noche de san Lorenzo, en la que nos entregamos al disfrute de la fiesta en Lanio, en la que sabemos que podemos estar tranquilos, puesto que nuestro Presidente en funciones, mientras pasea por su tierra, piensa en el bien de España. Estamos magníficamente bien tutelados, nos encontramos en buenas manos, dada la responsabilidad de nuestros dirigentes, nacionales y llariegos.

Así pues, tras la verbena, en plena madrugada, toca contemplar el cielo. El Narcea, a pesar de discurrir con un caudal muy bajo, propio de estas fechas, de vez en cuando se hace oír. Con impaciencia, esperamos por esas perseidas, por esas lágrimas, que sabemos que serán muy fugaces. Por fin, aparecen y comparecen, mientras la vía láctea también se deja ver.

Pleno verano. Nos hubiera gustado ver más perseidas. Nos hubiera encantado poder recrearnos en su contemplación. Pero son fieles a sí mismas, fulgurantes y efímeras, al igual que determinadas vivencias, que no tienen como misión darnos tranquilidad, sino sobrecoger, conmover y, sobre todo, asombrar.

Pleno verano. Vemos en la prensa la fotografía de Rajoy paseando. ¿Habrá leído este buen señor a Rousseau, conocerá sus ensoñaciones mientras caminaba? Leemos declaraciones acerca del escenario político que se planteará en el caso de que el PSOE persista en su “no” a don Mariano, declaraciones impregnadas de fatalismo y resignación.

Pleno verano. Llega el domingo de los fuegos en Gijón, fuegos fallidos, puesto que la niebla se encargó de ocultarlos. La polémica está servida. Aun así, no se pierde la magia de estas noches irrepetibles. En vísperas del 15 de agosto, toda Asturias rinde culto a sus vírgenes. Desde el bajo Narcea, la cita más próxima está en Cornellana, donde acudo, donde el recorrido que conduce al Campillo (alrededores del Monasterio) constituye un recordatorio indeleble de tantos y tantos años.

Pleno verano. Entre las perseidas y lágrimas de san Lorenzo y las fiestas de la Asunción, sin olvidarse de San Roque en Tineo, de ese santo que tanta relación guarda con el Camino de Santiago, con nuestra condición de pertenencia a un territorio por el que la peregrinación tiene la solera de varios siglos.

Pleno verano. Una tormenta lejana. Voladores. Encuentros y reencuentros continuos. Euforias casi permanentes.

Pleno verano. El Nonaya, a su paso por  Cornellana, apenas lleva agua. En algún lugar del recorrido, reparamos en una luciérnaga que parece ajena a todo el jolgorio.

¿Paseará Rajoy por las noches y se encontrará con alguna luciérnaga, mientras se prepara para dar largas a  Rivera y a quien haga falta?

La luna sobre el Narcea, en plena madrugada, dando con su luz su no sé qué fantasmagórico a las piedras de las orillas, es todo un espectáculo.