Noventa años de existencia que fueron fecundos a más no poder, entre 1877 y 1967. Hablamos de un tiempo en el que los proyectos de vida se forjaban con menos años. Hablamos de un tiempo en el que Cuba era y estaba omnipresente en Asturias, porque fue allí donde nuestro legendario cronista atesoró, no una fortuna económica, pero sí un destino periodístico y literario.
Constantino Cabal dijo de sí mismo que era «un jornalero de la pluma», que lo fue, sin duda. Pero también podría haber hecho suyas las palabras de Pérez de Ayala en las que el autor de ‘Tigre Juan’ se autodefinió como «un indiano de la literatura». Tengamos en cuenta que el que fuera cronista de Asturias durante varias décadas emigró a Cuba en 1905. Y, en la Habana, en el diario ‘La Marina’, entró en contacto con una figura del calado de Curros Enríquez, a quien sucedió en ese diario al frente de la información política que venía de España. Cinco años antes de su estancia en Cuba Cabal ya había comenzado su trayectoria periodística en ‘El Carbayón’, pero su carrera en el periodismo se consolidó en el diario ‘La Marina’, en el que, andando el tiempo, cuando regresó a nuestro país, continuó su vinculación profesional desempeñando la tarea de corresponsal desde España.
Fotografía de Constantino Cabal en la portada de ‘La mitología asturiana’. Debajo, tres de sus obras más representativas.
Constantino Cabal podría ser considerado también algo que en su momento tuvo enorme prestigio y que en la actualidad apenas existe, esto es, podría ser considerado, además de otras muchas facetas, un escritor de periódicos, tarea que iba mucho más allá de las ataduras marcadas por la actualidad, tarea que se extendía a la divulgación de asuntos de largo recorrido en el tiempo, tarea que exigía una voluntad de estilo en lo literario, que, sin duda, la figura que nos ocupa atesoraba.
Por otra parte, si nos detenemos en su fecha de nacimiento, sería complicado adscribirlo a la llamada generación del 98, puesto que se considera que su literato más joven fue Antonio Machado, que vino al mundo en 1875. Más bien, pertenecería a la generación del 14, la de Azaña, Ortega y Pérez de Ayala, entre otros. En cualquier caso, el afán divulgativo de Cabal, así como su vinculación al periodismo, entronca de lleno con la vocación didática de las dos generaciones nombradas.
Pero, ante todo y sobre todo, cuando quedan pocos meses para que se cumpla el cincuentenario de su muerte, lo que toca –y eso se pretende en el presente artículo– es un acercamiento a una trayectoria vital y a una obra donde Asturias tiene un protagonismo mayúsculo.
Su ‘Contribución al Diccionario Folclórico de Asturias’, del que dejó varios tomos publicados, tomos que, en más de un caso, no sobrepasaron las dos voces, da idea, entre otras muchas cosas, de su facilidad para la escritura, así como de su erudición histórica y etnográfica acerca de nuestra tierra. Quien decida transitar la obra de Cabal se encontrará con una fluidez literaria que, en verdad, asombra.
Podría decirse que a Cabal no le resultaba ajeno nada de lo que se relacionase con Asturias, desde la mitología a la historia, desde la vida cotidiana hasta el léxico. Y, por otro lado, no era un hombre solo de despacho, donde pasaba horas y horas investigando y escribiendo, sino que además recorrió nuestra geografía en busca de esa realidad viva que también es de obligado conocimiento para quien sienta curiosidad por los usos y costumbres, por aquello que en su momento Unamuno definió como ‘intrahistoria’.
En el despacho en el que ahora estoy escribiendo, no sólo se encuentran la mayoría de sus libros, dedicados casi todos ellos a mi padre, sino también una fotografía del cronista con una dedicatoria muy afectuosa a Manuel Antonio Arias, Antón de la Braña. La amistad entre ambos, forjada, entre otras cosas, por compartir inquietudes intelectuales sobre Asturias, por haber recorrido juntos determinados escenarios de nuestra tierra, estuvo muy por encima de las diferencias en lo ideológico. Sin duda, la amistad que mantuvo con mi padre es razón más que suficiente para recordar al que fuera Cronista de Asturias en las vísperas del cincuentenario de su fallecimiento. Pero, más allá de esa circunstancia, en mi caso cercana y determinante, considero que es obligado que se haga un esfuerzo desde los ámbitos culturales de Asturias para que las efemérides que están tan próximas a llegar tengan la utilidad de dar a conocer hoy lo más esencial de una obra que trata de Asturias de principio a fin y que debe ser conocida y reconocida.
Una vida entre libros, una vida escribiendo, una vida dedicada por entero a conocer y divulgar Asturias. Una vida dedicada al periodismo, a un periodismo entendido como totalidad y, sobre todo, como aula para divulgar y transmitir saberes que fuesen más allá de la inmediatez. También el periodismo fue su casa. Doña Mercedes Valero, su esposa, a la que conoció en Cuba, compartió con don Constantino tan entrañable tarea. También sus hijos, Juan Luis y Mercedes, ejercieron la misma profesión.
Constantino Cabal y Asturias, una Asturias que, institucionalmente, está obligada a rendir homenaje a su legendario cronista, homenaje que debe consistir en difundir su obra, así como en el reconocimiento de un trabajo continuo que –insisto- no sólo consistió en horas de despacho, sino también en tareas peripatéticas encaminadas al mismo fin.
Escritor de periódicos, ‘jornalero de la pluma’, indiano de la literatura, autor de muchos libros en los que, siendo Asturias el denominador común, hay una gran diversidad en los géneros, desde la narrativa a la poesía, desde la mitología a la historia, desde el ensayo a la recreación histórica. También escribió textos en asturiano.
El arriba firmante, nacido en 1957, diez años antes de su muerte, recuerda a don Constantino, en una estancia aquí en nuestra casa de Lanio en compañía de su esposa, hablando con mi padre en este mismo despacho, paseando por el pueblo, departiendo con la gente en sus paseos. Y, andando el tiempo, mi padre me refirió en repetidas ocasiones la gratitud que sentía hacia el cronista de Asturias que apoyó y alentó las colaboraciones que entonces publicaba en el IDEA.
Constantino Cabal, una vida y una obra para Asturias, para una Asturias que esperemos que, institucionalmente, le haga justicia en las efemérides que llaman a la puerta.