El 6 de septiembre de 1966, Fernando Vela no pudo terminar la partida de ajedrez que jugaba en el Café Pinín de Llanes. Quedó inconclusa porque le sobrevino, allí mismo, la muerte. Juan Antonio Cabezas escribió una necrológica memorable acerca del hombre que, según Ortega, había sido «la cabeza más clara» que había conocido. Al final de la referida necrológica, Cabezas dejó escrito la frase que sigue: «Se murió sin haberle podido dar jaque el rey». Como fácilmente se puede barruntar, la frase de marras no salió en el artículo.
Pero, fíjense ustedes, Cabezas comenzaba su necrológica en el diario ‘Abc’ recordando que Fernando Vela era de Oviedo. Aunque el autor de ‘El Arte al Cubo’ tiene presencia en el callejero de nuestra heroica capital, podría asegurarse que, cincuenta años después de su muerte, es casi un desconocido en la ciudad que lo vio nacer.
Nacido en 1888, Vela, al hablar de su trayectoria, dijo que su vida había transcurrido entre dos muertes, la de Clarín en 1901 y la de Ortega en 1955. En efecto, aunque el autor de ‘La Regenta’ falleció en 1901, cuando nuestro personaje tenía sólo 13 años, el haber conocido a Clarín a resultas de la estrecha amistad que mantuvo con uno de sus hijos fue un hecho decisivo en el devenir intelectual de Vela.
Invito al lector a que se deleite transitando muchos textos de Vela. Por ejemplo, el que dedica a la vida cotidiana de Clarín en aquel Oviedo de finales del XIX. Por ejemplo, lo que escribió acerca de lo que representa el llar en las casas asturianas. Por ejemplo, el que aborda los trabajos y los días de Jovellanos por Gijón.
Puedo asegurar que quienes lean a Vela se asombrarán doblemente. Primero, por la calidad de su prosa Y, tras esas lecturas, se preguntarán cómo es posible que alguien que escribía con tanto ingenio y sutileza pueda ser, a día de hoy, casi un desconocido, también en la tierra que lo vio nacer.
Estamos hablando de un personaje que despertó la admiración de Ortega, hasta el extremo de que se convirtió en el alma de la publicación intelectual de mayor altura en la España del siglo XX, es decir, fue el secretario de la ‘Revista de Occidente’. Y estamos hablando también de alguien que fue editorialista de uno de los periódicos de mayor influencia en la historia de la prensa española, del diario ‘El Sol’, que, en su momento, contribuyó de forma decisiva a la proclamación de la segunda república.
Mucho más que una calle. Fernando Vela forma parte de la mejor Asturias, de la que siguió la estela de Clarín, de la que se sumó al melquiadismo en su primera etapa, de la Asturias que fue, como tengo escrito muchas veces, el principal vivero del orteguismo, afirmación que queda avalada por la nómina de discípulos del filósofo que nacieron en esta tierra.
Si Oviedo fue la ciudad que lo vio nacer, en Gijón la presencia de Vela fue notable, pues, por un lado, comenzó a escribir en el diario ‘El Noroeste’ en 1913 y además fue secretario del Ateneo Obrero. Añadamos a eso que fue en Gijón, en el verano del 14, donde se conocieron Vela y Ortega. En aquel encuentro se fraguó una amistad y colaboración que sería, por ambas partes, de por vida.
Y, sin salir de Asturias, Llanes, como su destino veraniego, también tiene un protagonismo importante en su biografía. Así, en el verano de 1955, Ortega anduvo por Asturias en compañía de Vela, pocos meses antes de su muerte, y se cuenta que el filósofo entendió que su colaborador se «perdiese» tanto tiempo por nuestra tierra.
Y también conviene recordar que hay un capítulo muy relevante en la historia del periodismo asturiano que apenas es conocido. Hablo del diario ‘España’, de Tánger, que, en su momento, fue una isla de libertad en aquella España de la más dura y represiva posguerra. Pues bien, en la redacción de aquel periódico estaban, entre otros, Fernando Vela, Juan Antonio Cabezas y Jaime Menéndez el chato, tres asturianos que forman parte del mejor periodismo español, tres periodistas asturianos que encontraron refugio y libertad en aquel rotativo.
Estamos hablando de una de las grandes figuras del periodismo y del ensayismo español del siglo XX.
Espero que algún día el Ayuntamiento ordene instalar una placa conmemorativa en el solar de la calle Uría donde nació Vela. Espero que el público lector descubra una obra periodística, ensayística y literaria que le asombrará.
*Luis Arias obtuvo el “Premio Fernando Vela de periodismo” en 1988 y es el coordinador del libro “En Torno a Fernando Vela”, que publicó la Universidad de Oviedo en 2013.