A la sociedad española le inquieta la crisis que atraviesa el PSOE, crisis que alcanzó su punto álgido el pasado sábado, 2 de octubre, cuando la sede de Ferraz acaparó la atención mediática a resultas del tremendo rifirrafe que allí tuvo lugar.
El partido político más antiguo del país, más allá de los nombres, tiene que sentirse obligado a dar una respuesta al momento que vive España. Y, desde luego, a estas alturas, ya no serviría considerar que la corrupción es algo sólo imputable al PP. Y, desde luego, hora va siendo ya de que dé respuesta a una situación límite en la que los privilegios de la mal llamada clase política son de todo punto inaceptables. Y, desde luego, un partido como el PSOE, que se concibió hace más de cien años para la consecución de una sociedad más justa, no puede soslayar que, en este momento, una de sus tareas más insoslayables consiste en presentar un proyecto contra la creciente desigualdad que sufrimos tras la crisis. Un partido como el PSOE, en el momento mismo que se reclama de izquierdas y de progreso, está obligado también a captar las necesidades más urgentes que tiene este país, en lugar de instalarse en un conservadurismo que lo desvirtúa por completo.
De todos es sabido, y en Asturias tenemos total constancia de ello, que al actual presidente de la gestora del PSOE le quita el sueño el secesionismo catalán. Lo que me pregunto es si piensan actuar como Rajoy frente a ese problema, o si están dispuestos a poner sobre la mesa propuestas que ambicionen abordar y resolver el asunto. Por ejemplo, una reforma de la Constitución que facilite la cobertura legal del Estatuto de Autonomía que en su día invalidó el Tribunal Constitucional. Por ejemplo, dirigiéndose a la ciudadanía de Cataluña con un discurso que busque persuadir a la sociedad catalana en el sentido de que no puede ser imposible un gran acuerdo que permita salir de la actual encrucijada. Porque, si hay algo innegable, es la existencia de un malestar creciente en Cataluña que se manifiesta en las urnas. ¿Alguien puede creerse que es suficiente con argumentar que todo debe seguir igual? No se puede renunciar, en política, a convencer. ¿Piensan intentarlo?
A la militancia y a los dirigentes de este partido, más allá de la herida que están padeciendo con la crisis interna que tienen ante sí, les correspondería preguntar y preguntarse sobre el papel que le toca al PSOE en la actualidad, empezando por algo muy elemental, y es si lo pertinente consiste en actuar como un partido que pretende conservar un marco político que necesita cambios importantes, o si les toca afrontar una situación en la que las exigencias de los tiempos son muy otras.
¿Cree el PSOE que su papel es apuntalar lo que hay? ¿O dará un paso más allá buscando responder a lo que el momento demanda? ¿Cree el PSOE que el problema territorial y la crisis económica y social se pueden afrontar con los mismos planteamientos con los que gobernaron durante veintiún años, con luces, sin duda, pero con muchas sombras y no pocas traiciones al legado moral de un partido político que nació para hacer de España un país menos desigual y más a la altura de los tiempos?