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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Cronicón de una investidura agónica

«Los otros días iba caminando muy entretenido y me encuentro con el arroyo más raro del mundo: figúrese que la orilla de este lado la tenía del otro» (Macedonio Fernández).

La tarde del último sábado de octubre, horas antes de que se produjese el controvertido cambio en el horario, Rajoy, tras haber estado más de trescientos días como presidente de un Gobierno en funciones, consiguió ser investido para una nueva legislatura. Así pues, tras cuatro años al frente de un Ejecutivo con mayoría absoluta, a los que hay que sumar el tiempo que estuvo en funciones, los historiadores tendrán que revisar la etiquetas, porque, para «Gobierno largo» el que más méritos reúne es el de don Mariano y no el de Maura.

El órdago de Rajoy

De entrada, Rajoy les dejó muy claro a los partidos que le dieron, por activa o por pasiva, el plácet, que, para que la investidura no fuese una pantomima, deberían apoyarlo en su acción de Gobierno. De no ser así, se colige que puede adelantar las elecciones so pretexto de que no le permiten gobernar, y parece estar persuadido de que la jugada le saldría bien. O sea, que, tras más trescientos días, sin apoyos, cuando consigue ser investido, lanza un órdago. ¡Y lo siguen llamando ambiguo!

La opinión publicada de este país sigue instalada en los topicazos. Así nos va.

El PSOE como protagonista

¿Y qué me dicen de don Javier Fernández, sentado en la tribuna de invitados, siguiendo el debate, como principal autoridad del que es todavía segundo partido político de España en número de votos? Atento y circunspecto, presenciando algunos comportamientos díscolos de sus diputados que no siguieron la consigna («el imperativo», creo que nada categórico) de abstenerse. Don Javier, como representante máximo de un sector de PSOE que decidió permitir que Rajoy gobierne. ¡Cuánta costura rota! ¡Cuántos chirridos en la intrahistoria del partido!

En todo caso, lo cierto es que la mayor parte de las intervenciones de los portavoces que se opusieron a Rajoy, en la sesión del sábado, arremetieron sobre todo contra el PSOE, como principal responsable de que tengamos Gobierno del PP una legislatura más.

Era la parte más débil y vulnerable no sólo porque el partido está en horas bajas, sino también porque, con la defenestración de Sánchez, la militancia y los votantes de ese partido fueron tratados como convidados de piedra.

Se escenificó, pues, una sesión parlamentaria en la que el muñeco de pimpampum fue el PSOE.

Y esto alcanzó su grado más alto en la intervención de Rufián, la que más dio que hablar. Al parlamentario de ERC hay que reconocerle que su capacidad de síntesis para poner el dedo en la llaga, lanzando preguntas demoledoras, es proverbial. Frente a él, la respuesta del ahora portavoz parlamentario del PSOE, malherido en su credibilidad, resultó entre lastimosa y lastimera.

Las medias verdades

Me pareció deplorable la intervención del señor Matute, portavoz de Bildu. Y –entiéndaseme bien– estoy de acuerdo casi al cien por cien en la crítica tan severa que le hizo al PSOE. Lo que sucede es que, habiendo hecho un recorrido por lo que vino aconteciendo en las últimas décadas en el País Vasco y en España, sin hacer una sola mención a tiros en la nuca, a atentados en las calles y en grandes superficies, ese relato resulta intragable e inaceptable. La ceguera, la mudez y la sordera ante un terrorismo que duró décadas y que amedrentó a una sociedad es inadmisible e indignante. Al horror hay que mirarlo cara a cara. Siempre.

Rifirrafes

El terrorismo y la memoria. Hora va siendo ya de que no haya matices en cuanto a reconocer los estragos de ETA. Hora va siendo ya de que los unos no miren para otro lado cuando la historia muestra los crímenes y represiones del franquismo. Hora va siendo ya de que los otros dejen de ser generosos y olvidadizos con la barbarie que supuso el terrorismo etarra. Hora va siendo ya de que se reconozca el dolor y el horror de quienes lo sufrieron, y que esto no suponga algaradas en un parlamento democrático.

Y, a la hora de las puestas en escena, bueno sería que la vieja y la nueva política hiciesen suyo aquello que dijo Ortega en las Cortes Constituyentes de 1931: «Porque hay tres cosas que no hemos venido a hacer aquí: ni el tenor, ni el payaso, ni el jabalí».

Ténganlo presente, por favor.

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Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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