Solemne inauguración de la legislatura. Discurso regio, besamanos y desfile. Sin embargo, se escenificó más que nunca la disconformidad con la Monarquía. Y es que, dejando al margen muchas consideraciones que podrían hacerse, el actual monarca se encuentra con un problema nada fácil. Y es que le va a resultar muy dificultoso encontrar un relato que pueda esgrimir para avalar su papel.
Me explico: su padre tuvo un relato que le favoreció mucho, el de erigirse en «motor del cambio». Dejemos aparte que sin una solución democrática no hubiera tenido futuro. Dejemos aparte también que se pueden esgrimir argumentos que sustenten que la Transición no fue tan idílica y modélica como se vino sosteniendo. El hecho es que el nieto de Alfonso XIII contó con un relato que lo favoreció, y que además subió enteros tras el 23-F, por mucho que haya versiones muy distintas a las oficiales. Así las cosas, tuvo un relato que le sirvió de asidero para sostenerse en su papel.
Sin embargo, el actual Monarca lo tiene mucho más difícil, porque, ante los principales desafíos que tiene este país, entre ellos, la necesidad de una regeneración de la vida pública, problema al que aludió en su discurso en las Cortes, así como la vertebración territorial, esto es, el auge del independentismo en Cataluña, Felipe VI carece de poder para hacerles frente.
Ya no se trata sólo de que la actual Monarquía fue restaurada por Franco, es decir, de un problema de origen, sino también de problemas del presente más acuciante, que, dentro del marco constitucional, no está llamado a resolver.
Así pues, desde mi punto de vista, el problema regio no reside en que haya grupos parlamentarios que no le aplaudan, entre otras cosas, porque no todos los partidos son cortesanos y dinásticos. Distinta cosa es que –y esto lo dice un republicano convencido– haya sido más o menos afortunada la forma en la que expresaron los descontentos con la Monarquía en la sesión inaugural de la Legislatura.
Ya ven: en una inauguración de legislatura en las Cortes, el joven Sagasta no aplaudió a Su Majestad, y, andando el tiempo, sería el dirigente de un partido dinástico. Y, en términos históricos mucho más recientes, algo similar hizo Alfonso Guerra en su momento, el mismo que últimamente estaba a favor de que su partido se abstuviese para permitir a Rajoy que gobernase.
Es decir, hay puestas en escena que acaso no vayan más allá de lo anecdótico. Sin embargo, la ausencia de relato del actual Monarca es una carencia inquietante para el interesado y para los monárquicos.