“Es el estremecimiento del sentido lo que interrogo al escuchar el susurro del lenguaje, de ese lenguaje que es, para mí, hombre moderno, mi naturaleza» (Barthes).
Veinticuatro horas después de tener noticia de que doña Susana Díaz haría su gira por provincias para, previsiblemente, comenzar su campaña a las primarias para la Secretaría General del PSOE, Patxi López anuncia oficialmente su candidatura para liderar el partido. O sea, que la presidenta andaluza, en el caso de que se confirme su propósito, ya tiene un competidor. Por su lado, Pedro Sánchez, hasta el momento, guarda silencio y, según parece, ha sido invitado a colaborar con el exlendakari.
Sea como sea, todo parece indicar que la militancia más descontenta y reivindicativa se encontrará en un dilema, caso de que el ex secretario general decidiera presentarse también. Incluso se ha apuntado que López podría retirar su candidatura en favor de doña Susana, neutralizando así a don Pedro. Pero, dejando aparte que haya intenciones más o menos oscuras contra el señor Sánchez, lo cierto es que el paso dado por López le pone las cosas muy difíciles al último secretario general del PSOE.
Más allá de las especulaciones que se están haciendo tras el anuncio oficial del ex presidente del Congreso, tanto su discurso de presentación como el que pronunció un día antes nuestro Javier Fernández, lo que se pone de manifiesto es que el PSOE busca desesperadamente su discurso perdido, o, más bien, la credibilidad que, por méritos propios, se fue muriendo en el Partido Socialista.
Y buscan ese discurso perdido en pro de la igualdad, de una sociedad más justa y más libre. ¡Ay! Lo cierto es que cuando afirman que no tolerarán más recortes del PP, es imposible olvidar que en eso se anticipó Zapatero. Lo cierto es que ni siquiera practican la autocrítica en diferido, con permiso de doña Dolores.
Discurso patriótico el de don Javier, muy elogiado mediáticamente no sólo en Asturias. Discurso con pretensiones ideológicas el del señor López. Muy bien, si con ello creen que logran sus objetivos. Pero, ¿dónde está el discurso socialista que apueste por la regeneración política empezando por la del propio partido? Pero, ¿dónde está el discurso socialista que plantee su desacuerdo con determinadas directrices europeas que, además de ser un ataque a la soberanía nacional, que tanto le obsesiona a don Javier Fernández, muchas veces son una losa contra los más débiles? Pero, ¿dónde está ese discurso socialista que considere inaceptable que los profesionales de la política disfruten de privilegios inaceptables en tiempos tan duros como éstos? ¿Hace falta poner ejemplos, don Javier? Pero, ¿dónde está ese discurso socialista que abogue por una reforma fiscal de verdad progresiva que elimine exenciones a los más pudientes? Pero, ¿dónde está ese discurso socialista que se comprometa a la hora de poner freno a los abusos de las grandes compañías eléctricas y de los bancos? Pero, ¿dónde está ese discurso socialista que abandone la amnesia con respecto a su republicanismo?
Tiene razón López cuando dice que el discurso socialista se aguó demasiado. El problema está en la credibilidad que pueda tener tal planteamiento cuando proviene de un político que no se opuso a las políticas de su partido que incidían en ello.
Fernández y López. Dos políticos veteranos que no se opusieron, al menos públicamente, a una larga serie de renuncios y renuncias de su partido. Y eso pone muy difícil que consigan esa credibilidad que anhelan, credibilidad que no se logra sólo con parabienes de la opinión publicada.