Tras la comisión sobre las listas de espera en la sanidad pública asturiana, acudió a mi mente un verso genial de Lope de Vega: «Creer sospechas y negar verdades». Cierto es que el bueno de Lope se refería a muy distinta cosa al escribir esto, se refería al amor, pero, en todo caso, tan feliz hallazgo poético es perfectamente aplicable al asunto que nos ocupa. Y digo esto, sobre todo, porque tuve la impresión de que un número no pequeño de comparecientes se dedicó a echar balones fuera, seguro que por distintas razones según los casos. Pero, sin duda, ello contribuyó a que las cosas no se clarificasen todo lo que se podía desear.
Seamos claros: el prestigio de la sanidad asturiana está fuera de duda. No era eso lo que, según interpreto, se dirimía en la mencionada comisión, sino que se trataba de analizar la gestión de las listas de espera gracias a los testimonios de personas que tuvieron cargos de responsabilidad en ello, y, a decir verdad, no todo el mundo estuvo a la altura de lo esperado y no todo el mundo hizo propuestas que pudieran resultar útiles en este sentido.
Y es que, partiendo de la base del prestigio y buen funcionamiento de nuestra sanidad pública, algo que nos llena de orgullo, es indudable que, a mayor transparencia en la gestión de las listas de espera, las luces superarán con mucho a las siempre inevitables sombras.
Lo más pintoresca de la comparecencias fue, a mi juicio, la del exconsejero de Foro Asturias: a lo que parece, la causa de todos los males que padece la sanidad asturiana viene dada por la rojez ideológica tan reticente ella a desviar pacientes a la sanidad concertada, o sea, privada. ¡Madre mía!
Por otra parte, la presencia en la comisión del exconsejero de Sanidad don Faustino Blanco que, si no estoy mal informado, se sitúa últimamente en posiciones muy críticas con la gestora del PSOE, me hizo recordar a aquel primer Gobierno de Javier Fernández que aplicó con rapidez los recortes impuestos por Rajoy en materia sanitaria y en materia educativa. Y, más concretamente, me hizo recordar aquella huelga de médicos como respuesta a determinadas medidas del susodicho Ejecutivo autonómico.
Y, en fin, dejando de lado todo lo que pudo alterar el funcionamiento de la sanidad asturiana el traslado al HUCA, no estaría nada mal que, previa consulta a los profesionales, se diesen los pasos para tomar una serie de medidas que, además de reducir en lo posible los tiempos en las listas de espera, fuesen útiles y eliminasen las congojas resultantes de unas esperas que, en determinados casos, pueden estar al límite.
Uno de los parlamentarios más jóvenes de la Junta removió conciencias y nos hizo ver carencias que deberían ser subsanadas.